Nuestro principal objeto, al comenzar las tareas periodísticas, es ofrecer a nuestros lectores el mayor número de noticias nacionales, extranjeras y de nuestra localidad. Contamos para ello con un extenso servicio telegráfico, que ampliaremos según las circunstancias, sin perdonar gastos ni sacrificios de ningún género. Las profundas agitaciones que conmueven hoy los estados, por causas económicas, sociales y políticas, exigen una comunicación rápida y continua entre todos los pueblos civilizados, porque la gravedad de tales problemas afecta a todas las clases, al orden, a la riqueza y al desarrollo de las energías de cada país. Es preciso despertar el interés, influir en las opiniones, llevar luz a las inteligencias, por medio de los hechos que se realizan. A todas horas en el seno de los modernos estados, porque sólo así se consigue destruir errores graves y rectificar serenamente las creencias más exageradas.
Si nuestro pensamiento encuentra la acogida que esperamos, introduciremos pronto mejoras importantes en el servicio y organización de nuestro periódico, hasta realizar en todas sus partes los propósitos que nos animan, colocando nuestra publicación a la altura que requiere la importancia de nuestra capital. En confirmación de lo que dejamos dicho, desde hoy podemos anunciar que serviremos hojas volantes con despachos telegráficos el mismo día de cada extracción de la lotería, conteniendo los números premiados, y las noticias que despierten algún interés. Haremos el mismo servicio a nuestros abonados, siempre que se realicen acontecimientos importantes, tanto en España como en el extranjero con la oportunidad y rapidez que exige esta clase de noticias. Para llenar debidamente nuestras aspiraciones, contamos con numerosos y activos corresponsales en Madrid, Barcelona y en otras muchas capitales; y en la localidad disponemos de un servicio regular para adquirir cuantas noticias merezcan ser conocidas del público, servicio que mejoraremos constantemente.
Saludamos a la prensa palmesana, desde hoy compañera nuestra y le ofrecemos nuestro humilde apoyo a todo aquello que redunde en bien de nuestro país, sin examinar la procedencia ni comentar los móviles que lo conduzcan a la realidad y a la práctica. La prosperidad de la patria pequeña, dentro de la unidad moral y política de la patria española, es el fin que ponemos por encima de todas nuestras aspiraciones más sinceras y profundas. Si ponemos algo de nuestra parte, aunque no sea más que la pequeñez de lo poquísimo que valemos, ya será lo bastante para quedar recompensados nuestros afanes y vigilias.