Rafael Nadal ha celebrado su 36 cumpleaños regalándose una nueva final sobre la tierra francesa, aunque en esta ocasión con el sabor agridulce que le ha dejado la lesión de Alexander Zverev en su duelo de semifinales. Desde que lo hizo por primera vez en 2005 soplar las velas en París es casi una tradición y en gran medida el mejor presagio posible para el de Manacor, que como si de unos de sus rituales se tratase festeja su aniversario en Roland Garros. La torcedura de tobillo que ha terminado precipitadamente con el choque ha enturbiado en cierta medida un día que se disponía a ser de celebración.
El 3 de junio, que fue declarado 'Día Nacional del Tenis' por parte de la Federación Española para rendir homenaje al jugador con más títulos de Grand Slam de la historia (21), no es un día cualquiera en Roland Garros, que desde primera hora ya le dejaba los primeros detalles al manacorí. Y es que al entrar en la pista de entrenamiento número tres los responsables del mantenimiento ya le habían dejado un mensaje felicitándole.
Los caprichos del calendario han provocado que suela coincidir en la segunda semana del Grand Slam francés y las rondas decisivas son sinónimo de partido o víspera de un encuentro importante para Rafael Nadal que hasta en 16 ocasiones ha comido tarda en París. Se suele decir que los deseos cuando se soplan las velas no deben contarse para que puedan cumplirse, pero viendo lo sucedido todo este tiempo parece claro en lo que piensa el mallorquín cuando llega el momento.
Ante Zverev ha vuelto a cumplir con una tradición en la que casi es más fácil encontrar los días que se ha incumplido la tradición. Las únicas ocasiones en las que el manacorí no ha celebrado su aniversario en París fue en 2009 –derrotado por Robin Soderling en los octavos de final-, 2016 –se retiró antes por lesión- y 2020 –en la edición otoñal tras el aplazamiento motivado por la pandemia de coronavirus.
Para encontrar el recuerdo más triste de su cumpleaños en París hay que remontarse a la edición de 2015, cuando Novak Djokovic le aguó la fiesta en los cuartos de final. El día que cumplía 29 años se vio obligado a hacer las maletas tras caer ante el serbio. Fue en una de sus únicas tres derrotas en el segundo major del curso, en el que también ha tenido conmemoraciones imborrable. El primero por ser el primero, pero también porque estuvo acompañado por su victoria sobre Roger Federer en su estreno en 2005 el que se ha convertido en su gran dominador.