Toni Amor Fernández (Palma, 1976) sigue llevando al Mallorca en el corazón. Segundo entrenador de Javier Aguirre desde 2019, ahora vive a casi diez mil kilómetros de la Isla y disfruta de una experiencia única dentro del staff técnico de la selección mexicana, con la que acaba de ganar la Liga de Naciones de la Concacaf y con la que prepara la próxima edición de la Copa Oro y sueña con una cita única: el Mundial de 2026. A las puertas del primer aniversario de la final de la Copa del Rey de La Cartuja, el preparador mallorquín analiza su nueva vida al otro lado del Atlántico, en la que no pierde de detalle de nada de lo que ocurre en torno al club balear.
¿Qué tal estos primeros meses en México?
— Muy bien, la verdad. Es un proyecto a largo plazo hasta que Rafa Márquez sea el seleccionador (el exfutbolista del Barça también forma parte del cuerpo técnico de la selección mexicana) y de momento nos va muy bien. Los jugadores están muy metidos y hemos cambiado un poco la mentalidad que había. Y encima hemos podido ganar ya un título que hasta ahora siempre había sido para Estados Unidos.
¿Se ha adaptado ya a la nueva manera de trabajar?
— Ha cambiado bastante porque ahora no tienes un día a día como el que teníamos aquí. Lo que estamos haciendo es seguir a muchos jugadores y desarrollar un programa que se llama 365, que es un seguimiento, muy completo y a todos los niveles, del futbolista mexicano durante todo el año para tener un mayor control. Eso implica tener que ver muchos partidos en directo, viajar mucho y, de lunes a viernes, estar reunidos en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) para ponerlo todo sobre la mesa. Es un proceso muy pormenorizado y diferente al de tener que preparar las sesiones del día a día que normalmente haces en un club.
Ha cambiado los madrugones para llegar pronto a Son Bibiloni por estar cada fin de semana con la maleta a cuestas.
— Aquí también tengo que madrugar mucho (risas). Entre el tráfico que hay en Ciudad de México y todo lo que supone moverse, tengo que estar en pie a las seis de la mañana y salir pronto hacia el CAR. En Palma era casi el que abría la ciudad deportiva porque me gustaba llegar con tiempo y adelantar trabajo para que no fallara nada.
Vivir en Ciudad de México también debe ser muy diferente a vivir en Palma.
— Sí, aunque estoy en una buena zona, donde tengo cerca todas las comodidades necesarias para el día a día. Tampoco necesito mucho. Lo peor es estar lejos de la familia. Uno nunca se acostumbra y no es fácil, porque al final dejas de vivir muchos momentos con ellos. Pero es mi trabajo y ahí tampoco tengo mucho donde elegir.
«La experiencia en México es muy positiva. Lo peor es estar lejos de la familia; uno nunca se acostumbra a eso»
Otro gran cambio al que se ha enfrentado es la presión de trabajar para todo un país. Sobre todo para uno tan grande y en el que el fútbol es tan importante.
— La Tricolor es otro mundo. La gente está muy encima y el seguimiento es muy grande. Es verdad que en los últimos años no le ha ido tan bien como se esperaba, sobre todo en el Mundial de Catar, pero estamos ahí para intentar darle la vuelta y que la gente se sienta identificada con la selección.
Como profesional del mundo del fútbol el hecho de tener un Mundial al fondo del pasillo debe ser lo máximo.
— Ese es el objetivo. Yo he participado en la Champions de Asia, he sido campeón de la Champions de la Concacaf, he estado en muchos países, incluido en España y jugando finales, y el Mundial es algo ilusionante para todo el mundo. Nuestro objetivo es llegar al máximo nivel al Mundial, elegir a los mejores 26 y hacer el mejor Mundial de la historia de México, si puede ser.
¿Tiene tiempo para seguir la Liga y al Mallorca?
— Suelo ver todos los partidos que puedo de la Liga española. Si por ejemplo me toca ver un partido en Ciudad de México me levanto a primera hora para ponerme delante de la tele y verlos uno tras otro hasta que puedo. Al Mallorca intento verlo siempre. Es al equipo que más he visto.
¿Y qué le parece la temporada que está haciendo?
— Muy buena. La puntuación es espectacular y estar virtualmente salvado a estas alturas, que es el primer objetivo al que debe aspirar, es increíble. Y ahora encima tienes la posibilidad de meterte en Europa, eso sí, sin que suponga una obligación. Hay que tener los pies en el suelo e ir poco a poco. Lo importante es no sufrir y estar muchos años en Primera y si se puede meter, mucho mejor, claro. Tiene que ser una ilusión, no una obligación.
¿Pero lo ve viable o nos estamos llenando la cabeza de pájaros?
— El club quiere dar un salto y desde hace tiempo quiere estar en el Top-10 de la Liga, pero tampoco tiene que ser una obsesión. Lo primero es tener una red de seguridad y ahora, con 40 puntos a falta de nueve jornadas, ya la tienes. Tampoco va a ser sencillo.
«La temporada del Mallorca es muy buena. Ir a Europa debe ser una ilusión, no una obligación»
Hace dos temporadas, con ustedes en el banquillo, ya se vivió algo parecido.
— Lo importante es quedar lo más arriba posible. Aquel año el objetivo también era salvar la categoría y pudimos hacerlo con algunas jornadas de antelación. Quedamos novenos y a principio de curso habríamos firmado quedar en el puesto catorce porque al final era la misma plantilla que el anterior con Copete, Nastasic y Rajkovic y se habían ido Kubo, Salva Sevilla, Brian Oliván y alguno más. Esa temporada se revalorizaron muchos jugadores, como Kang In Lee o Galarreta, y se pudo sentar una base para lo que ha venido después.
Este domingo se cumple un año de la final de La Cartuja. ¿Qué es lo primero que se le viene a la cabeza?
— Fue un cúmulo de sensaciones. La primera es la de orgullo al ver aquella grada de rojo animando. Se me pone piel de la gallina solo de pensarlo. Fue una pena no ganar, sobre todo, por todos los amigos y familiares que había allí, que se lo merecían. Cuando llegamos al club me dio la sensación de que la afición estaba un poco apagada y se tenía que recuperar la ilusión. Me acordaba de las finales de Valencia y Elche y ver todo eso de nuevo en Sevilla fue especial. Al jugar la final del otro día en Los Ángeles, en muchos momentos, recordaba lo de La Cartuja. Fue muy emotivo.
¿Se le quedó alguna espinita clavada al irse del Mallorca? Porque imagino que algún día piensa volver.
— Soy socio del club, como mis hijos, y siempre voy a estar cerca del Mallorca para lo que me necesiten. Ahora me toca vivir otro momento que quiero disfrutar al máximo hasta el Mundial y luego nunca se sabe. Claro que me haría ilusión volver algún día, pero ahora el equipo están buenas manos.
Cap amuntestau malalts,,,,