Veinticinco años atrás, Palma de Mallorca se convirtió por unos días en la capital del deporte a escala internacional. Del 3 al 13 de julio de 1999, los Juegos Mundiales Universitarios vivieron la que, por ahora, es su única aparición en suelo español en su versión estival (Jaca o Sierra Nevada han organizado la cita invernal). La Universiada servía para colocar en el epicentro a la Isla y dotar a la capital mallorquina de nuevas infraestructuras que hoy siguen en pie, como el estadio de Son Moix o las piscinas de Son Hugo como exponentes.
Fueron once días de deporte en estado puro, en los que se movilizaron más de 17.000 personas (hubo 17.427 acreditados), con 6.024 deportistas y técnicos, 697 periodistas (487 españoles, 88 del resto de Europa, 73 de Asia, 16 de África y 33 de América y Oceanía), 4.410 voluntarios y 4.654 personas que integraron el equipo humano del evento, el mayor en el ámbito deportivo que ha acogido Baleares a lo largo de su historia. A ello se sumaron 587 profesionales médicos y más de 6.000 personas dedicadas a los servicios de transporte, que trasladaron a más de 7.000 personas diariamente entre las sedes y sus respectivos alojamientos.
Estos Juegos del deporte universitario reunieron al grueso de las modalidades del programa olímpico. Atletismo, vela, baloncesto, voleibol, fútbol, tenis, esgrima, gimnasia artística, judo, waterpolo, saltos... Todas ellas en sedes centralizadas en Palma, pero también repartidas en otros municipios como Inca, Calvià o Andratx. El Village se ubicó en Magaluf, próximo a los hoteles que ejercieron como residencia de deportistas, técnicos y jueces, y el Poble Espanyol ejerció como Centro Internacional de Prensa.
El evento tuvo un coste total, oficial, de 15.176 millones de pesetas, con un incremento de 3.000 millones respecto al presupuesto previo, y en su ceremonia de inauguración, en el primer acto del nuevo estadio de Son Moix, que estrenó la eliminada pista de atletismo, aquel 3 de julio de 1999 contó con la presencia del presidente del COI, Juan Antonio Samaranch; el presidente de la FUSI, Primo Nebiolo, y las principales autoridades isleñas, además de los por entonces Duques de Lugo, la Infanta Elena y Jaime de Marichalar, en representación de la Casa Real.
De esa Universiada queda el legado a nivel de instalaciones (Son Moix, Son Hugo, nuevos campos de césped artificial, polideportivo de la UIB...) además de la reciente liquidación de la Fundación Juegos Mundiales Universitarios Palma 1999, integrada por el Consejo Superior de Deportes, el Govern y el Ajuntament de Palma, que en el momento de la Universiada tenía como alcalde a Joan Fageda, y que echó el cierre en octubre de 2022.
Siulo fue la mascota de un evento que paseó la antorcha por la Isla hasta que el futbolista Miquel Àngel Nadal apareció por la puerta de maratón del estadio de Son Moix para lanzarla a un pebetero de la mano de un grupo de honderos, a semejanza del arquero Antonio Rebollo en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92.
El medallero dejó a Estados Unidos al frente, con 63 metales (30 oros, 18 platas y 15 bronces), por delante de Rusia (43 medallas: 14-18-11) y Japón (42: 7-7-13). España fue cuarta, con 27 medallas, logrando 7 oros, 7 platas y 13 bronces, en su mejor actuación histórica en un evento que, por una vez, puso en primera línea al siempre olvidado deporte universitario español.
El estadio de Son Moix acogió las ceremonias de inauguración y clausura, además de las competiciones de atletismo. El fútbol vivió su final en el viejo Luis Sitjar, con partidos en Germans Escalas, Santa Ponça o Sant Ferran. Calvià, Inca, Andratx, Germans Escalas y el Palau de Son Moix acogieron los torneos de baloncesto masculino y femenino y las dos últimas, junto a la UIB, los de voleibol.
Las renovadas piscinas de Son Hugo fueron escenario de los deportes acuáticos (natación, waterpolo y saltos), además de la piscina de waterpolo de la UIB. La desaparecida -se incendió meses después- sala del hoy CTEIB albergó la gimnasia artística y el que fuera recinto ferial de Palma, en el Nou Llevant, la esgrima. Calanova fue la sede de la vela y Palmanova recibió a los tenistas.
Un cuarto de siglo después, el recuerdo de quienes la vivieron sigue vivo, aunque su impacto a nivel promocional quedó lejos de otros eventos deportivos. Aunque la Universiada dejó una huella patrimonial y sentimental que vale la pena recordar.