El portero argentino del Real Mallorca confirmó ayer que abandona el fútbol profesional y que se dedicará por completo a partir de ahora a su familia y a practicar la religión. Roa sigue las directrices de la Iglesia Adventista del Séptimo Día y ayer se despidió sin evitar ninguna pregunta ni sin disfrazar ninguna respuesta. El Roa de ayer fue sincero y amable, como dando la sensación de que por fin se ha liberado de una gran tensión y que ha encontrado la paz interior que andaba buscando desde hace mucho tiempo. «Les anuncio mi marcha del fútbol profesional después de trece años en Primera. Considero que lo que voy a hacer ahora es mucho más importante que lo que estoy haciendo. Elegir otro camino, una vida diferente en base a lo que tengo pensado hacer. Quiero estar con mi familia, dedicarme de lleno a Dios y es ahora el momento del cambio. Es el momento que me está pidiendo Dios que cambie», aseguró Roa.
Los periodistas seguían con interés y sumo respeto las manifestaciones de Roa que ante todo se mostró más espiritual y creyente que nunca. «Pedí a Dios que me diera la oportunidad de jugar un Mundial y me lo dio. Pedí venir a jugar a Europa y me lo dio y creo que por retribución de estas promesas que he hecho estaba ahora el retirarme del fútbol profesional. Ese instante ha llegado». El Lechuga incluso cree que está en deuda con Dios porque según qué reglas nos las ha cumpido. «Dios me ha dado muchas cosas y creo que yo le he dado muy poco en base a la obediencia que uno debe tener hacia su palabra y su Ley. Por eso va a cambiar mi vida. Creo que he sido un mal ejemplo, un mal cristiano porque creo que no he hecho las cosas como tenía que hacerlas, no las he hecho bien pero a partir de ahora empieza una nueva etapa en la que voy a hacer lo que él me pide y vivir una vida tranquila con mi familia apartado de todo el entorno que es el fútbol».
El «Lechuga» tuvo también palabras de agradecimiento por las muestras de cariño mostradas por todo el entorno mallorquinista. «Uno no puede escapar de lo que oye en la cancha y de lo que le transmite la gente a uno por la calle pero la decisión ya estaba tomada, es muy firme y cuando uno toma una decisión y da su palabra tiene que cumplirla. Yo ya he dado mi palabra muchas veces y he fallado y ahora llegó el momento de que tome estas cosas muy en serio y en mi caso creo que gracias a Dios y con su ayuda lo he logrado, he podido vencer esto y decir no al fútbol». Roa predicará ahora el evangelio. Es la misión encomendada por Dios. «Mi misión ahora es dar a conocer el mensaje de la Biblia, predicar, transmitirles a aquellos que conozco y que no conozco lo que Cristo hizo por mí y por mi familia con toda la tranquilidad y toda transparencia». Lo que tiene claro Carlos es que desde ayer ha empezado una nueva vida.