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El orgullo del Collerense

Referente del fútbol femenino balear y cuna de estrellas, el club palmesano cumple 25 años

Las jugadoras del Collerense, en una de las porterías del campo de Can Caimari. | P. Pellicer

| Palma |

La Unión Deportiva Collerense está lista para soplar las velas. El club de Can Caimari, que ha convertido la popular barriada a la que representa en la capital del fútbol femenino en Mallorca, cumple 25 años. Un cuarto de siglo dándolo todo, cuidando la formación de cientos de jugadoras y acunando a algunas de las estrellas que más brillan en la galaxia deportiva de estos días.

Fundado en 1999, el Collerense ha sido un ejemplo la mayor parte de su vida. Acampado en la Tercera Federación —la cuarta categoría del actual sistema de ligas españolas— el equipo del Coll d'en Rabassa rompió enseguida el techo y los moldes del fútbol balear femenino. Pese a no ser el club más antiguo —Montaura, Algaida o Independiente se fundaron antes— ha pasado 22 de sus 25 años en alguna división nacional. Y hace tres lustros, con los recursos justos, consiguió un histórico ascenso a la Superliga, la Primera División actual, en la que permaneció compitiendo cara a cara contra los grandes durante siete inolvidables temporadas. Desde entonces ha sido todo un referente para las jugadoras. Si los niños soñaban con jugar en el Mallorca, las niñas querían hacerlo alguna vez en el Collerense.

«El fútbol femenino ha cambiado muchísimo en estos 25 años», reconoce Tolo Verd, presidente del Collerense. «Los inicios fueron muy duros porque no había dinero para nada y teníamos incluso que pagarnos nosotros todos los desplazamientos», recuerda. En ese sentido, al club le jugaron un mala pasada los tiempos. Aunque fue uno de los fundadores de la Asociación de Clubes Fútbol Femenino, bajó de Primera División cuando empezaban a llegar los ingresos económicos que han permitido a ciertos equipos ir avanzando hacia la profesionalización. «Nos caímos cuando empezó a entrar el dinero».

Pili Espadas, histórica futbolista del Collerense que ha jugado en el club durante los 25 años.

Pese a quedar algo rezagado en esa carrera, el Colle no pierde la esencia que siempre le ha caracterizado y su apuesta por el fútbol femenino está más activa que nunca. Cuenta con tres formaciones de fútbol-11, otra de fútbol-7 —todas a rebosar—, y el 33% de las fichas del club pertenecen a chicas. En todos sus conjuntos, desde la escoleta hasta la categoría cadete, hay alguna niña jugando. La ilusión entre las pequeñas por vestir de rojo y azul no solo se mantiene, sino que se ha disparado a raíz del boom que supuso el Mundial conquistado por España gracias a jugadoras como Mariona Caldentey y Cata Coll, con pasado en Can Caimari. «Ahora nuestros recursos son más bien escasos y quizás no podemos traer a gente de fuera para el primer equipo, pero nuestra filosofía y personalidad no cambian», subraya Tolo Verd. «Porque el fútbol, el deporte femenino en general, no tienen otro camino que el de seguir creciendo».

El apunte

Pili Espadas, historia viva de la entidad

Si hay una jugadora que representa lo que significa el Collerense en el fútbol balear es Pili Espadas. Lleva toda la vida en el club y ha disfrutado en primera persona los 25 años del equipo femenino, saboreando sus éxitos y sufriendo sus caídas. Ahora, todavía dentro del campo, apura una carrera que concluirá seguramente cuando acabe el curso y que podría haber tomado otro rumbo en el caso de que hubiera aceptado alguna de las ofertas que le llegaron en su momento del Sabadell o el Levante. «Aquí he pasado los mejores momentos de mi vida y eso ya no me lo va a quitar nadie», asegura al recordar las temporadas que el club estuvo en Primera. «Era increíble pelear sin dinero contra el Barça, el Athletic o el Atlético por salvar la categoría. El sacrificio era enorme, pero la recompensa también», recuerda. Para Espadas, el Colle es y será siempre un motivo de orgullo: «Pese a los cambios de los últimos años nunca hemos dejado atrás nuestro ADN ni todos esos valores con los que marcamos una época».

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