En una sociedad cada vez más marcada por las diferencias y, donde los conflictos son cada día más recurrentes, llegar a acuerdos se postula como una fórmula para entenderse en todos los ámbitos de la vida.
La coach personal y de salud, Marga Almarcha, sostiene que «los acuerdos nos aportan la tranquilidad de que ambas partes se han sentido escuchadas a nivel de sus necesidades y de lo que quieren, evitando la sensación de ceder o de ganadores o perdedores, en los que muchas veces nos podemos ver situados. Por otro lado, es importante entender que el conflicto en sí no es lo que distancia a las personas, sino que es la forma cómo los resolvemos la que nos aleja de ellas al no sentirse escuchadas, vistas y tenidas en cuenta.
En este sentido, expone que «aunque, a priori en nuestro día a día llegar a acuerdos pueda parecer complicado, también es cierto que, con práctica, paciencia, escucha, atención y empatía, podemos disfrutar de sus beneficios tanto en el ámbito familiar como en el laboral, relaciones sociales…».
Almarcha sostiene que «partiendo de la base que cada uno es diferente, que tiene sus opiniones, personalidad, gustos…y que, esto puede ser un foco de conflictos a la hora de entenderse y de poner puntos en común, los acuerdos vienen a conseguir el compromiso entre las partes frente a un tema en el que se tengan criterios distintos».
¿Cómo llegar a acuerdos?
-Cuidar y preparar el camino. «Para conseguir llegar a acuerdos es muy importante cuidar y preparar el camino previamente, ya que el éxito del mismo va a depender en mayor medida de cómo se desarrolle la conversación. En este sentido, si hablamos de llegar a un acuerdo con nuestro hijo adolescente, no será lo mismo si estamos con poca capacidad de escucha que si estamos dispuestos a escucharle, entenderle y empatizar, aunque lo que aporte se aleje de nuestros criterios como padres». En este punto, precisa que «ser conscientes de que si elegimos la segunda opción allanaremos el camino a la posibilidad de llegar a un fin común donde ambas partes, padres e hijos se entiendan a pesar de sus diferencias, puede ser el motor que ponga en marcha la maquinaria de implementar en nuestro día a día los acuerdos».
-Detectar el conflicto cuanto antes y actuar. La coach explica que «lejos de parecer que huir del conflicto es la mejor solución, esto solo puede provocar que se acumulen más disconformidades sobre el tema en cuestión y que a la larga sea más complicado llegar a un arreglo que beneficie a las partes. Como se suele decir para tener relaciones sanas, hay que tener conversaciones incómodas».
-Abordar el conflicto con amplitud de miras. «La predisposición que yo tenga ante el conflicto, determinará mucho el posible acuerdo. Por esta razón es importante abordarlo con amplitud de miras en vez de con una postura única, ya que esto último puede generar en el resto que se les está imponiendo un criterio por lo que se sentirán en la necesidad de revelarse».
-Elegir el mejor momento. Otra de las claves es «saber elegir el mejor momento y generar las condiciones necesarias para que se dé el clima adecuado de escucha y comprensión, es el mejor punto de partida si queremos que el otro exponga con tranquilidad sus puntos de vista».
-Prestar atención y empatizar. «Escuchar de una forma activa y atenta y utilizar la empatía como vehículo para entenderse, nos acerca a poder plantear objetivos comunes que cubran, en la medida de lo posible, las necesidades de todos los integrantes; sintiéndose así comprendidos, valorados y reconocidos», asegura. Almarcha añade que «el hecho de sentirnos vistos y entendidos nos pone en una situación más receptiva para llegar a soluciones más creativas, ya que podemos salir del bucle del problema, para céntranos en soluciones adecuadas para todos».
-Formalizar el acuerdo por escrito. «Aún así, es necesario realizar un seguimiento del mismo y estar abierto a posibles cambios que de nuevo cubran las necesidades de todas las partes», recomienda.
La coach concluye que «hemos vivido en una sociedad donde el 'poder sobre' ha dirigido nuestras vidas, donde imponerse y querer salir ganando en muchas situaciones ha sido nuestra forma de actuar en muchas ocasiones. Aunque bien es cierto que hay escenarios que requieren ser más impositivo, es importante llegar a conectar con el beneficio de que, cuando estamos dispuestos a escuchar las necesidades del otro como las mías propias, el camino hacia la colaboración, contribución y participación se hace más corto y fácil. La inercia del ser humano es sentir que contribuye, llegar a acuerdos nos acerca más fácilmente a ello, a esa necesidad universal que como personas nos tenemos y nos unen».