La curiosa tradición del 25 de abril en Mallorca: comer un manjar con propiedades medicinales, según la creencia popular

Cada primavera, miles de mallorquines mantienen viva una costumbre ancestral que mezcla gastronomía y salud en honor a Sant Marc, con platos que prometen bienestar

Caracoles típicos del día de Sant Marc.

Caracoles típicos del día de Sant Marc.

| Palma |

El 25 de abril, día de Sant Marc, marca en el calendario balear una fecha especial que va mucho más allá de la celebración religiosa. La tradición de consumir caracoles durante el día de Sant Marc representa uno de esos vínculos inquebrantables entre la gastronomía, la medicina popular y las creencias ancestrales que han sobrevivido al paso del tiempo en las islas. «Qui menja caragols per Sant Marc, gaudeix de bona salut de franc!», reza el refrán mallorquín. Esta expresión, transmitida de generación en generación, condensa la esencia de una práctica que sigue sumando adeptos año tras año.

La relación entre gastronomía y medicina popular ha sido particularmente estrecha en la cultura mallorquina. Los caracoles no solo se valoraban por su sabor característico, sino que se les atribuían propiedades curativas y preventivas. Según las creencias populares, su consumo específicamente durante este día podría ayudar a prevenir enfermedades reumáticas, problemas circulatorios e incluso accidentes cerebrovasculares.

Aunque estas afirmaciones carecen de respaldo científico riguroso, lo cierto es que desde el punto de vista nutricional, estos moluscos ofrecen beneficios concretos para la salud. Con aproximadamente 85 calorías por cada 100 gramos, representan una excelente fuente de proteínas de alta calidad (16,5%), contienen minerales esenciales como calcio (170 mg), hierro (3,5 mg) y fósforo, además de vitaminas del grupo B.

La celebración adquiere matices diferentes según la localidad. En municipios como Inca, Sineu y Manacor, los cellers y restaurantes tradicionales preparan con semanas de antelación sus mejores recetas de caracoles, ofreciendo variantes que van desde la preparación «a la llauna» (al horno con alioli), hasta guisos con hierbas aromáticas locales como el hinojo silvestre, tomillo y romero. Los establecimientos no solo se convierten en puntos gastronómicos, sino en verdaderos centros de socialización donde se fortalecen los lazos comunitarios. Es habitual ver mesas intergeneracionales donde abuelos transmiten a los más jóvenes la importancia de estas tradiciones que fusionan alimentación, creencias y patrimonio cultural.

El proceso de preparación: un ritual culinario

La elaboración de este plato constituye casi un ritual en las cocinas mallorquinas. Los caracoles se someten a un proceso meticuloso que comienza días antes de su consumo. Primero deben purgarse con harina o romero para eliminar posibles toxinas, después se lavan repetidamente y finalmente se cocinan lentamente con un sofrito de cebolla, tomate, pimiento y ajo, añadiendo hierbas aromáticas y, en muchos casos, un toque picante.

La tradición de Sant Marc trasciende lo puramente gastronómico para constituirse en un elemento fundamental del patrimonio cultural inmaterial de Mallorca. Esta tradición representa mucho más que un simple acto gastronómico: es una forma de mantener vivo el legado cultural, de conectar con sus raíces y de transmitir a las nuevas generaciones valores asociados a la tierra, la temporalidad de los alimentos y la salud entendida desde una perspectiva holística.

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