Este verano, más que nunca, la algarroba ha sido noticia, tanto por su precio fluctuante como por sus propiedades como superalimento. Originaria del Mediterráneo, la algarroba (Ceratonia siliqua) ha sido parte integral de la historia y la cultura mallorquina durante siglos. Sus distintivos frutos, conocidos como algarrobas, se han utilizado tradicionalmente en la alimentación animal y humana debido a su sabor dulce y nutritivo.
Estudios demuestran que la algarroba tiene muchas propiedades beneficiosas que se han ido descubriendo y estudiado a lo largo de muchos años. La corteza del árbol puede ser antiinflamatoria y antirreumática; la pulpa es, además, antidiarreica y digestiva. Su alto contenido en pectina la hace también bactericida, antiviral, coagulante, anticancerígena y un buen remedio contra el colesterol; y la goma de algarroba puede tener efecto antiregurgitación en bebés.
En la actualidad, la algarroba sigue siendo apreciada en Mallorca por su valor nutricional y sus aplicaciones gastronómicas. Los productos derivados de la algarroba, como la harina de algarroba, son utilizados en la elaboración de panes, postres y bebidas, contribuyendo a una cocina autóctona única. Al contener menos grasa que el cacao y ser naturalmente más dulce, también ayuda a hacerse cargo de una parte del mercado del cacao hoy en día, no solo en Mallorca sino en todo el mundo.
Además, empresas como Es Garrover de Mallorca, en Llucmajor, siguen encontrando formas innovadoras de usar esta superfruta. Con su marca Johannis ellos elaboran nata, sirope, cremas dulces para untar, salsas, galletas, barritas energéticas, té, café e incluso helados. Panaderías de moda, como UCO en Palma, crearon panes y bollería con algarroba también. Hace unos meses probé un rollo de algarroba, parecido al famoso rollo de canela, pero con este ingrediente tan local. Los chefs de los restaurantes utilizan esta superfruta en sus platos principales, salsas y postres.
Aparte de su uso culinario, la algarroba ha sido un componente importante en la agricultura sostenible, gracias a su capacidad para fijar nitrógeno en el suelo y su resistencia a la sequía. También se ha utilizado en la industria cosmética y farmacéutica debido a sus propiedades beneficiosas para la piel y la salud.