En el corazón del mar Mediterráneo, Mallorca brilla no solo por su ambiente cosmopolita o su legado cultural, sino por su impresionante catálogo de maravillas naturales. Esta isla, acoge paisajes que dejan huella en la mente de quienes los visitan, incluso a la prestigiosa revista National Geographic, que ha apuntado los siete puntos imprescindible a visitar si se pone un pie en Mallorca.
Torrent de Pareis
El Torrent de Pareis es uno de los escenarios naturales más singulares de la isla. Su garganta de roca, con paredes que rozan los doscientos metros de altura y una longitud de más de tres kilómetros, se ha convertido en un desafío y un deleite para senderistas experimentados. Surgido por el trabajo erosivo de aguas torrenciales, este cañón conecta con la paradisíaca cala de Sa Calobra, donde el torrente se abraza finalmente con el mar. Este entorno invita a descubrir la variada vegetación y la geología de la Serra de Tramuntana, acompañando al visitante por un recorrido que revela la esencia natural más auténtica de Mallorca.
Sa Dragonera
De perfil alargado y escarpado, el islote de Sa Dragonera emerge frente a la costa suroeste como un testigo de la Mallorca más indómita. Su nombre evoca tanto dragones legendarios como la abundancia de lagartijas endémicas que habitan sus riscos. Integrada en un parque natural junto a las islas de Pantaleu y Mitjana, Dragonera ha esquivado la urbanización y es ejemplo de conservación. Alcanzable en barco desde puertos cercanos (como Sant Elm o Port d'Andratx), la isla propone rutas a pie por acantilados y faros, miradores privilegiados para disfrutar del atardecer y el vuelo de aves autóctonas.
Las Cuevas del Drach
Las Cuevas del Drach, situadas cerca de Porto Cristo en Manacor, son consideradas uno de los complejos subterráneos más impactantes de España. Su interior alberga el lago Martel, uno de los mayores lagos submarinos del mundo, navegable y escenario habitual de espectáculos de música y luces. El recorrido atraviesa cuatro salas que suman más de un kilómetro de longitud, y a través de sus formaciones calcáreas, invita a viajar en el tiempo y a descubrir uno de los principales tesoros geológicos de las Baleares. No muy lejos se encuentran las cuevas de Hams, que, aunque más pequeñas, complementan perfectamente la visita.
La Albufera de Mallorca
Este humedal, al norte de la isla, es refugio de cerca de trescientas especies de aves, tanto fijas como migratorias, y está considerado el ecosistema lacustre más relevante de Baleares. La Albufera se compone de lagunas, canales y marismas rodeadas de vegetación única. Equipado con senderos y observatorios, es ideal para explorar a pie o en bicicleta y avistar aves como el aguilucho lagunero o la garza imperial. Sus centros de interpretación, en Sa Roca y Can Bateman, ofrecen información sobre las rutas y la valiosa flora autóctona, subrayando el papel clave de la conservación en este espacio protegido.
Cala Varques
En la costa este de Manacor, la Cala Varques es la imagen misma del paraíso virgen: apartada del turismo de masas gracias a su acceso sencillo solo para quienes se animan a caminar. Sus apenas setenta metros de arena blanca y aguas turquesa invitan a disfrutar de tranquilidad y snorkel, explorando un paisaje en el que pinos y formaciones rocosas crean postales de ensueño. Cerca, el puente natural de roca de Es Caló Blanc y diversas cuevas sumergen al visitante en un entorno auténticamente balear, ideal para amantes de la naturaleza en estado puro.
Salinas del Arenal de Es Trenc
El espacio de Es Trenc y su arenal, protegido desde 2016 bajo la denominación de Es Salobrar de Campos, acoge dunas, marismas y salinas donde se produce la reconocida sal de la zona. Destaca la presencia de street art en antiguas estructuras defensivas y un mosaico ecológico en el que conviven cardos marinos, pinares y gran variedad de aves (más de ciento setenta especies registradas). Es un lugar perfecto para la fotografía o la observación ornitológica fuera de la temporada alta, cuando la calma transforma este rincón costero en un auténtico santuario natural.
Cabo de Formentor
El Cabo de Formentor es uno de los puntos icónicos de la isla, situado en el extremo norte. Sus acantilados de 210 metros de altura, coronados por un faro centenario, se alzan sobre aguas de intenso azul y ofrecen vistas que se extienden hacia el horizonte infinito. La carretera serpenteante desde Port de Pollença es una experiencia en sí misma, flanqueada por pinos y abruptos relieves. Este enclave, conocido como el 'punto de encuentro de todos los vientos', combina rutas de senderismo, miradores y el hábitat de aves únicas, consolidándose como escenario obligado para quienes buscan la Mallorca más genuina.