Si alguna vez paseas por alguna de las paradisíacas playas del Mediterráneo español, en particular en Mallorca, es posible que te sorprendas al encontrar pequeñas bolas fibrosas dispersas a lo largo de la línea de agua. Lejos de ser basura marina, estos curiosos objetos, conocidos popularmente como bolas de Neptuno, son indicadores inequívocos de aguas limpias y ricas en vida. Cada vez son más reconocidas no solo por los científicos, sino también por usuarios de redes sociales como TikTok, donde cuentas como @plantitiscronica han puesto en valor su función esencial en el ecosistema.
¿Qué son las 'bolas de Neptuno'?
A diferencia de lo que podrían pensar muchos bañistas, estas bolas no son algas ni desechos, sino el producto de una planta marina de gran relevancia, la Posidonia oceanica. Este vegetal acuático, endémico del Mediterráneo, posee raíces, tallos, hojas, e incluso flores y frutos, en contraste con las simples algas. Cuando algunas partes de la planta se desprenden y son arrastradas por el oleaje, sus fibras vegetales se compactan de manera natural formando estas bolas que aparecen en la costa.
La presencia de estas formaciones no solo es inofensiva, sino que indica que el ecosistema submarino está en buenas condiciones. Diversos estudios han evidenciado que los hábitats dominados por Posidonia oceanica producen elevados niveles de oxígeno, llegando a superar la productividad de la selva amazónica por metro cuadrado. Así, su papel en la regulación del clima y la calidad de las aguas resulta fundamental para España y el Mediterráneo en general.
Defensora contra los microplásticos
Uno de los datos más sorprendentes sobre las bolas de Neptuno, que a menudo pasan desapercibidas al ojo no experto, es su capacidad para capturar y retener microplásticos. Investigaciones recientes publicadas en revistas científicas como Science Advances destacan que más del 60 % de las fibras recogidas por estas bolas pueden contener fragmentos plásticos, colaborando así activamente en la limpieza del medio marino.
Se calcula que la Posidonia es capaz de retener entre 600 y 1 500 partículas de microplástico por kilogramo de fibra vegetal. De este modo, su función va mucho más allá de la producción de oxígeno o la estabilización de fondos marinos: se convierte en una aliada clave para combatir la contaminación invisible que amenaza a los ecosistemas.
Desafortunadamente, el crecimiento y regeneración de la Posidonia es extremadamente lento; su recuperación puede tardar décadas tras daños causados por el fondeo de embarcaciones, la contaminación o la construcción de infraestructuras costeras. Así, la Fundación Oceanográfica y la Ciudad de las Artes y las Ciencias han puesto en marcha una aplicación que permite localizar, cartografiar y monitorizar las praderas de Posidonia en tiempo real. Así, cualquier ciudadano que localice una zona afectada puede informar directamente y colaborar en la protección de este valioso recurso.
De niño, en los años 50, en Ca'n Pastilla había a millones... la gente los denominaba "pets de monja"