El caldo de pollo es un clásico remedio casero que ha pasado de generación en generación como una solución efectiva contra los resfriados. Aunque su capacidad de curar estas afecciones ha sido motivo de debate, la ciencia respalda parcialmente los beneficios de este plato. Investigaciones muestran que su consumo caliente ayuda a aliviar los síntomas, como la congestión y la irritación de la garganta, gracias a la acción combinada del calor y el vapor.
Este caldo aporta hidratación y nutrientes esenciales, incluyendo aminoácidos y minerales que ayudan al cuerpo en momentos de debilidad. Además, contiene propiedades que potencian el sistema inmunológico y estimulan el apetito, ayudando a recuperar la energía perdida. La presencia de verduras frescas añade antioxidantes y vitaminas, fundamentales para combatir la inflamación y fortalecer el organismo.
La acción del caldo de pollo no solo se basa en su composición nutricional, sino también en el confort psicológico que brinda. El calor ayuda a elevar la temperatura corporal, mientras que el sabor umami puede estimular una mayor absorción de nutrientes, favoreciendo la digestión y el bienestar general.
Sin embargo, los expertos aclaran que el caldo no es un tratamiento milagroso. Si bien reduce el malestar, no acorta la duración del resfriado. Aun así, sigue siendo un aliado accesible y reconfortante para enfrentar los fríos y las afecciones típicas del otoño e invierno.