Las castañas, a menudo asociadas con el frío y las caminatas al aire libre, son más que una simple tradición otoñal. Este fruto seco se destaca por sus propiedades que favorecen tanto la salud física como mental. Según expertos en nutrición, las castañas no solo ofrecen un sabor reconfortante, sino que también tienen un bajo índice glucémico, lo que ayuda a mantener estables los niveles de azúcar en sangre. Esto es particularmente beneficioso para personas con riesgo de diabetes o que buscan controlar su glucosa.
Otro de los grandes beneficios de las castañas es su capacidad para combatir el estrés. Su aporte en vitaminas del grupo B, esenciales para el sistema nervioso, y su alto contenido en magnesio contribuyen a regular los niveles de cortisol, la hormona del estrés. La nutricionista Aina Candel destaca que estas propiedades las convierten en un aliado para mejorar el estado de ánimo y la respuesta del organismo ante situaciones de tensión.
En el plano culinario, las castañas no se limitan a la clásica versión asada. Pueden disfrutarse crudas, hervidas o en deliciosas preparaciones como bizcochos, cremas y hasta postres más elaborados. Estos usos versátiles las han posicionado como un ingrediente atractivo para chefs y cocineros caseros por igual.
El alto contenido de agua en las castañas, junto con sus minerales y vitaminas antioxidantes como la vitamina C, las hace ideales para una dieta equilibrada. Además, son bajas en grasas en comparación con otros frutos secos, lo que las convierte en una opción más ligera y accesible para el consumo diario sin comprometer la salud cardiovascular.