Gracias a la cesión de un terreno adscrito al Banco de Tierras de la Conselleria d'Agricultura, tres jóvenes nuevos agricultores han formado la Cooperativa Noma para dedicarse al cultivo de cáñamo, muy importante antaño, pero que ahora está en desuso. Tras muchos meses de trámites administrativos y jurídicos por el tipo de cultivo, Inés Calleja, Nuño Monasterio y Thomas Fernández han puesto en funcionamiento la primera cooperativa de cultivo de cáñamo (Cannabis sativa) de Mallorca. «Teníamos ganas de emprender y desarrollar un proyecto para poner en valor la tierra de aquí. Estuvimos mirando diferentes opciones, como el lúpulo, pero económicamente no salía rentable», explica Nuño.
Tras conseguir los terrenos en Binissalem, el pasado 2021 plantaron 6.000 metros de cultivo, pero su intención es ampliar hasta los 22.000 metros. «El cáñamo es una planta de temporada, fotoperiódica, que responde a las horas de luz; cuando hay más horas solares (primavera y verano) la planta crece y, por San Juan, cuando los días se acortan, empieza la floración y la maduración», explica Nuño Monasterio. La siembra empieza a mediados de mayo para tener la recolección en septiembre u octubre, dependiendo de la variedad.
Inés Calleja explica que «empezamos la siembra por semillero; no puede ir directamente a la tierra porque es muy débil al principio y después de un mes –cuando tiene el tercer par de hojas– se trasplanta». Entre plantas suele haber un metro de separación y cada planta necesita entre cuatro y cinco litros de agua al día en los momentos punta. Del cáñamo se aprovecha todo, explican. Una vez cosechado, empieza el proceso de curado y secado, limpiando las plantas de impurezas, dejando la flor con cuantas menos hojas posibles, «los principios activos se encuentran en la flor, donde tiene mayor concentración, con lo que se conseguirá un producto de más valor quitándole las hojas», asegura Nuño. Las flores se conservan alejadas de la luz. Es un producto que puede durar un año e incluso dos en perfectas condiciones.
Las salidas: «Tenemos varios acuerdos con industrias cosméticas, que es donde va a parar nuestro producto. A partir de ahí hacen varias extracciones para elaborar aceites, cremas, ungüentos y champús», explica Inés Calleja. Como se emplea todo, también se le quiere dar un uso para elaborar productos textiles. Quieren ceder la fibra de tallo a los artesanos interesados en experimentar. Las raíces también se utilizan. Otro de los proyectos de la Cooperativa Noma –que ha sido incluida en las Cooperatives Agràries de les Illes Balears– es recuperar la semilla que se sembraba hace cien años, que sería la que mejor se adaptaría al clima isleño. «Estamos hablando con abuelos, antiguos payeses, para obtenerla», explican. Y, con el departamento de química de la Universitat de les Illes Balears (UIB) tienen otro proyecto para estudiar el comportamiento de la planta de cannabis para poder ofrecer el mapa de cultivo, una garantía para quien lo cultive.