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José Miró: “La moda es pura filosofía"

El diseñador mallorquín ha conquistado el Olimpo de la moda. | M. À. Cañellas

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Pese al exhibicionismo que conlleva el mundo de las pasarelas, es un hombre tímido. Habla quedo y mira de abajo arriba hasta que se suelta. José Miró (Palma, 1975) realizó estudios de diseño en Barcelona y se formó en París con Thierry Mugler, un vanguardista. Últimamente ha sido noticia porque se le ha encargado el diseño de los uniformes para las azafatas del Pabellón de España en la Exposición Universal de Shanghai (2010).

Le recuerdo que en la colección para otoño e invierno 2009 que presentó en la Pasarela Cibeles, predominó el negro. Me responde:

José Miró.- Y fue noticia porque es un color que apenas uso. Sin embargo, el modisto no puede sustraerse al entorno social. Yo buscaba trasmitir una elegancia sobria, a tono con los tiempos. Ningún color como el negro refleja el lujo de lo sencillo.

Llorenç Capellà.- ¿Aún se asocia al luto?

J.M.- Cada vez menos. Al menos yo no le veo ninguna connotación de tristeza o de dolor. Aunque, en la calle, hay mucho dolor y miseria. ¡Un exceso! En el siglo XXI tendríamos que haber superado todas las tragedias y la gente debería dedicar su tiempo a llenarse espiritualmente. Lo más bonito de esta vida es luchar por unos ideales.

“Todos vestimos para ser aceptados por una determinada gente con la que pretendemos compartir un parecido ideal de vida”

L.C.- ¿Le gusta filosofar?

J.M.- Me encanta. Estuve a punto de matricularme en la Sorbona, pero apareció en mi vida Agatha Ruíz de la Prada y cambié París por Madrid. La moda es pura filosofía. Por esto la gente crea moda.

L.C.- ¿Me lo explica?

J.M.- Todos vestimos para ser aceptados por una determinada gente con la que pretendemos compartir un parecido ideal de vida. De todas formas, la moda debe de interpretarse desde vertientes muy diferenciadas. No es lo mismo la moda industrial que la moda del creador, puesto que esta última exige un toque visionario y personal del mundo.

L.C. - Pero la moda ¿tiene que ver con la manera de vivir?

J.M.- Por supuesto. “L'air du temps” Los franceses recurren frecuentemente a esta frase para referirse a ideas que existen y están ahí, hasta que en un momento dado muchas personas las captan y coinciden en plasmarlas en una forma de vestir, de divertirse, de relacionarse ¡Esto es moda!

L.C.- ¿Y la función de un creador como usted?

J.M.- Estriba, no en captar lo que gusta e identifica, sino lo que próximamente gustará e identificará. ¿Que ahora gusta el color verde? Bueno, pues que aprovechen los industriales para hacer su agosto. Pero el creador va más allá. Yo me esfuerzo por estar metido en el mundo y estar al tanto de las tendencias artísticas que van surgiendo. En fin, como todo artista. Lo mío es un arte más.

L.C.- Vale.

J.M.- Y el arte llega al corazón de cada persona con vibraciones diferentes. Cada persona es diferente de las demás. Entonces, en mi caso, diseño un vestido pensando en la persona que va a ponérselo. ¿Me entiende? Es mi vestido. Pero también es el suyo.

L.C.- Y esta forma de razonar ¿no coarta su libertad creativa?

“Yo me esfuerzo por estar metido en el mundo y estar al tanto de las tendencias artísticas que van surgiendo”

J.M.- En absoluto. Mi abuelo materno decía que al mal trabajador ninguna herramienta le sirve. Yo procuro conectar con la sensibilidad de mis clientes. De todos mis clientes.

L.C.- ¿Su abuelo?

J.M.- No tenía nada que ver con la moda. Era labrador en Fontanarejo de los Montes, un pueblecito de Ciudad Real. Le hubiera gustado ser maestro de escuela y no pudo. Al materno, me refiero. El paterno era mallorquín y se dedicaba a la orfebrería.

L.C.- ¿Y por qué no pudo ser maestro el abuelo manchego?

J.M.- ¡Imagíneselo! Por falta de dinero. Estudian los ricos. Siempre ha sido así.

L.C.- La moda de élite también es para los ricos.

J.M.- ¡Por desgracia! O sea, que me duele admitirlo. Aunque me consuela saber que la persona atesora una riqueza que no se compra con dinero. Yo la tengo.

L.C.- Póngale nombre.

J.M.- Humanidad. Yo domino los tejidos. Y es porque los trato con cariño y amor. Uno no es persona por ser de noble cuna, sino por su capacidad de aprender de las experiencias. Es cierto que la capacidad creativa es un don. Y yo lo poseo. Pero la vida te moldea. Y puede ser para bien si eres reflexivo.

L.C.- Apuesto doble contra sencillo a que se complementa con su madre.

J.M.- Como anillo al dedo. Me parezco mucho a ella.Y es lógico. Hemos convivido muchísimo.

L.C.- Me hablaba de la vida que le moldea a uno.

J.M.- Así es. La mía ha sido, en ciertos pasajes, fácil. Pero, en otros, en cambio, durísima. En París bajé a los infiernos y me subí a los cielos. Quiero decir que mi estancia acabó convirtiéndose en una pesadilla, pero adquirí unos conocimientos profesionales extraordinarios.

L.C.- ¿Cuándo se instaló en París?

J.M.- En el noventa y seis, con veinte años. El mundo de la moda es muy duro y, sin saberlo, me metí en una jaula de leones. Trabajaba con trescientas personas que pretendían eclipsarme.

Apuntes biográficos

Una carrera de éxitos

Joan Solà afirma que lengua y pueblo son dos entidades inseparables. No lo piensa así José Miró, por lo que me permito aconsejarle la lectura de los artículos más recientes del eminente lingüista. El mundo de la moda es egocéntrico y absorbente. Y los elementos de reflexión que sirven para envolverlo (cosmopolitismo, multiculturalidad, globalización, etcétera) se usan, normalmente, con una falta de rigor apabullante.

“En su debut en la Pasarela Cibeles (2004) se hace con el premio L'Oréal, al mejor diseñador joven. Y aquel mismo año se convierte en el primer español que desfila en la Metropolitan London Fashion Week”

En cualquier caso, es un tema marginal que no cambia la biografía de José Miró, un modisto con una carrera marcada por el éxito. Después de sus estudios de diseño en Barcelona (1994-1996), se establece en París (1996) y trabaja para Thierry Mugler. Luego colaborará con Jean-Charles de Castelbajac y el equipo de Guy Laroche, para volver a España, a Madrid concretamente, como jefe de estudio y taller de Agatha Ruíz de la Prada. Más tarde (2001) se establecerá en Palma y lanzará su propia firma. En su debut en la Pasarela Cibeles (2004) se hace con el premio L'Oréal, al mejor diseñador joven. Y aquel mismo año (2004) se convierte en el primer español que desfila en el Metropolitan London Fashion Week.

Los golpes de efecto siempre han acompañado sus éxitos. Air Europa le encargó (2007) que vistiera a sus tripulaciones. Y ahora (2010) ha sido invitado a diseñar los uniformes de las azafatas que trabajarán en el Pabellón de España en la Exposición Universal de Shanghai.

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