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Una agenda real muy apretada

La Reina y sus hijas visitan París mientras el Rey recala en Palma

El rey Felipe VI, que ha participado, como es tradición, en las regatas de la Copa del Rey de vela, en Palma. | Ballesteros

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Está siendo un verano agitado y hasta raro para la Familia Real española. Un verano que es tan breve que no llegan a todo ni partiéndose en dos. Tal es el agobio que genera la agenda real ineludible que todo se ha trastocado cogiéndonos a desmano. Es un decir. Aquí les queremos, o no nos molestan, pese a que algunos pocos hagan ruido, pero vemos a nuestra primera familia dándolo todo en las Olimpiadas parisinas y nos levantamos del sillón.

La reina Letizia junto a la española María Pérez.

Qué entusiasmo mostraron los Reyes bajo la lluvia implacable que deslució una ceremonia que a mí, sin lluvia, me habría parecido igual de vulgar y tediosa. Se quiso vender Francia a través de París, que es lo que los franceses han hecho siempre y dejaron a los atletas y al público fuera de la vista. Qué poca visión de lo que son unas Olimpiadas y las caras de ilusión de los deportistas cuando entran al estadio tras años de dura lucha para conseguir tal honor. Se fueron los Reyes y dejaron de relevo a sus dos hijas, que se lo pasaron en grande, me cuentan. Lo mejor es lo que no se ve ni se puede contar.

Leonor y Sofía, en los Juegos Olímpicos de París 2024.

Hubo besamanos en Marivent, y doña Letizia salió pitando para París al día siguiente, más feliz que una perdiz. Este calor nos tiene a todos agotados. Sin embargo, han aguantado el tipo. Don Felipe, que a ver si se nos quita la corbata para ir a verle en su party de verano. Y doña Sofía, que era la que más motivos tenía para esconderse. El día anterior a la recepción falleció su primo Miguel de Grecia, un ser excepcional al que conocí gracias a los Orléans. La reina le quería como a un hermano, me consta. Descanse en paz, y vivan los nuevos porque la vieja guardia se va, poco a poco, y con ellos una época donde se valoraban más el estilo y la educación que el dinero. Qué de millonarias ordinarias hay que sufrir. En el mundo de hoy, lo veo a diario, las sectas pululan a base de dinero, belleza y poder. O sea, como siempre. Por cierto, el Rey volvió a lucir gafas de sol mallorquinas.

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