En el trooping the colour 2023 celebrado hace unos días para conmemorar el cumpleaños del nuevo rey Carlos III, Catalina quiso rendir homenaje a la que habría sido su suegra de seguir viva, y reina de Inglaterra de no haberse divorciado de Carlos, uno de los momentos más agitados de esta monarquía, la más popular del mundo por cierto, que vive de generar titulares, no siempre escandalosos, pero siempre destinados a promocionar la cultura del país, o los países donde reinan. La nueva princesa, ejemplo de perfección, destinada a ser reina ejemplar, sabe jugar como nadie con la ropa que usa.
En época de Isabel II era fácil identificar sus vestidos de día, y sus tocados, con los que usaba la princesa Isabel en su juventud. Catalina ha convertido lo retro en elegante; sí, lo aparentemente rancio en tendencia y la sonrisa permanente en su habilidad conquistadora. Por eso no sorprendió cuando la vimos acompañar a la reina Camilla de Inglaterra que, por cierto, estaba magnífica con ese traje homenaje a la Guardia Real. Catalina se enfundó un vestido-abrigo verde esmeralda, uno de los colores preferidos de Diana, usó un tipo de pamela de Philippe Tracy, icónica de la princesa que las usaba casi siempre de ala ancha y para más inri se adornó con los pendientes favoritos de la princesa muerta.
La princesa apostó por un total look del diseñador más conocido de Singapur, Andrew GN. ¿Se fijaron en los botones del traje chaqueta? Eran de los ochenta a más no poder, e incluso las hombreras se disparaban como al príncipe del cuento de hadas que supuso la boda de los antiguos príncipes de Gales. Dan envidia estos ingleses, capaces de conservar lo inconversable en otras cortes. Lo hacen por tradición, algo de lo que carecemos en España. Pero lo hacen también porque económicamente les sale a cuenta.
El turismo se dispara cada vez que la familia celebra un gran acontecimiento y se muestra ante el pueblo. En España no hemos conservado la celebración del Santo del Rey que antiguamente reunía en el Campo del Moro a la crema de la sociedad española de la aristocracia, las finanzas, el arte, etc… en una garden party adornada con la fachada trasera del Palacio de Oriente en la que las damas lucían de largo y se mostraban más elegantes que nunca. Ver llegar a la duquesa de Feria, entonces Naty Abascal, o a Isabel Preysler del brazo de Miguel Boyer, y vestida a la filipina, no tenía precio.