La sentencia contra Fernando Blanco y Margarita Garau, en 2019, fue clara y contundente, se demostró el engaño y se condenó a 5 y 3,5 años respectivamente; aunque la decisión judicial sufrió los correspondientes recursos hasta que, en este 2024, se cumple en su totalidad y envía a prisión a ambos progenitores. Pero las repercusiones del caso Nadia Nerea no pasan sólo por el encierro de sus artífices. En 2016, cuando saltó a la luz la investigación sobre Fernando Blanco y sus mentiras, España vivió, por primera vez, la decepción unánime de sentirse estafada, un sentimiento general entre todos los ciudadanos que apostaron por la salud de la pequeña Nadia y, a la vez, una lección preventiva para ser, a partir del momento, más cuidadosos con ciertas peticiones aparentemente solidarias. Un arma de doble filo.
Por un lado, las entidades sociales y fundaciones reales que recurren a las donaciones para financiar sus imprescindibles recursos e intervenciones, ponen el grito en el cielo ante el descrédito que suponen casos como éste, que no contribuyen a la confianza y seguridad de los donantes y provoca que las recaudaciones se reduzcan. Por el otro, los ciudadanos escudriñan ahora cualquier petición en redes sociales y analizan los detalles antes de proceder a entregar dinero a alguien. El objetivo es lograr paliar las estafas, aunque se han seguido sucediendo. Éstos son algunos de los casos más sonados:
Paco Sanz, el hombre de los miles de cánceres
Sanz sufría el síndrome de Cowden, estaba enfermo y tenía tumores; pero ni eran malignos ni iban a acabar con su vida en pocos meses. La historia de esta estafa fue casi paralela al descubrimiento de la verdad en el caso Nadia Nerea; y con connotaciones similares. Sanz había planeado su estrategia mucho antes de que ésta fuera descubierta y la mantuvo, gracias a las recaudaciones que recibió, hasta 2017, cuando fue detenido. Curiosamente, un año después de que la investigación presionara a Fernando Blanco y éste acabara confesando, en un programa de televisión, que «quizá no he dicho toda la verdad sobre mi hija».
Tal y como lo explica la psicóloga especialista, Patricia Lucena, son personas «con un perfil psicopático porque hay un déficit afectivo y muy poco sentido de respeto de cara a los demás. No sienten empatía que les haga de filtro, no se ponen en el lugar de los demás y no tienen problema alguna en dar datos falsos para lograr sus objetivos. Son egocéntricos y tratan a las personas como cosas, como instrumentos para lograr lo que quieren, para conseguir dinero; aunque haya que utilizar a una hija», explica la profesional.
En el caso de Paco Sanz, no había hija por medio pero sí un sinfín de amigos y compañeros que recaudaron por él, además de los famosos a los que logró convencer, como Santiago Segura, Pedro García Aguado o el youtuber Auronplay. Valiéndose de todos ellos, recaudó más de 40.000 euros; alegando que le quedaba muy poco de vida y requería un tratamiento experimental en el extranjero.
Aún puede localizarse en redes, el perfil desde el que solicitaba donaciones:
Tras el tropiezo que el periodismo y la sociedad española sufrió con los padres de Nadia Nerea, en este caso, algunos profesionales comenzaron a dudar de esos pocos meses que le quedaban a Sanz, el tiempo pasaba y no ocurría nada. Tenían razón. La enfermedad no tenía cura pero no iba a matarlo. Paco Sanz logró engañar a más de diez mil personas pero llegó a un acuerdo y no llegó a entrar jamás en la cárcel.
El periodista que no decía la verdad
Continúa siendo complejo para cualquiera que pisara las instalaciones de la Cadena Cope, hablar sobre este caso, el de Willy Valadés, un periodista al que acabaron denunciando sus propios compañeros y familiares por pedirles dinero para una enfermedad que nunca padeció. Logró casi 400.000 euros. Nadie de su entorno puso en entredicho el diagnóstico de Willy cuando éste explicó que se trataba de un cáncer grave. Pidió recursos económicos durante meses y ni siquiera estaba registrado como paciente en la clínica en la que, teóricamente, le trataban. Le descubrieron al solicitar la documentación a ese centro hospitalario.
«Suelen ser personas que se han orientado la mayor parte de su vida en obtener cosas de forma fácil o fraudulenta, que han logrado pocos logros, pocas metas porque no se han cultivado como personas, no han intentado aprender o evolucionar. Además es gente que cae bien, que sabe manipular lo suficiente como para hacerse escuchar y entender, tienen una gran habilidad en esos contextos», explica la profesional de la psicología Patricia Lucena.
El militar mitómano
Ésa fue la excusa que expuso en su defensa. Santi alegaba sufrir mitomanía y defendía que su trastorno le provocaba mentir compulsivamente. En octubre del 2023, fue condenado a 21 meses de prisión por un grupo de whatsapp en el que recaudó miles de euros para su hija enferma. Enfermedad que nunca existió. Santi le contó a un compañero que su pequeña sufría tumores en el riñón y que necesitaba llevarla fuera para frenar su avance. Todos sus amigos le creyeron y él se embolsó todas las donaciones.
«Juegan con la presión del tiempo, es un elemento imprescindible dentro de todo este escenario que urden. Quieren que el dinero se ingrese lo antes posible o porque hay un viaje inminente o porque la persona se muere, cualquier cosa que requiera una intervención inmediata. Esto hace que la gente actúe y done por impulsos emocionales, desactivamos la parte racional y cedemos. Es una técnica que se utiliza muchísimo en el marketing online», aclara Lucena.
Fingir el cáncer
A principios de este año, Lupe G.B aceptaba veinte meses de condena. Recaudó 50.000 euros haciéndose pasar por paciente de cáncer. Hubo hasta una campaña online que se obligó a paralizar cuando se descubrió la verdad. Fue una suerte. Amigas de la susodicha quisieron hablar con el Diario de León y éste les pidió algún documento que certificara la situación de la paciente, se envió una factura que no llevaba ni sello, ni IVA, y se vio claro el intento de engaño. Los periodistas avisaron a las amigas afectadas. Ni su doctor, existía. Lupe devolvió lo recaudado, pero ni siquiera había sido su primera vez, anteriormente se había hecho pasar por una monja enferma de cáncer.
Otras maniobras de estafa relacionadas con la salud, a menor escala
Distinguir en fraude de la realidad es, cada vez, más difícil. Afortunadamente, los medios de comunicación suponen un gran apoyo para lograrlo. Aún así, en mayo de este año, surge otro caso en el que se utiliza la salud como arma de engaño, el 'timo del familiar enfermo o accidentado'. Un joven fue detenido en Valencia por estafar a 26 personas con esta estrategia, a uno de ellos, todas víctimas de avanzada edad, le llegó a pedir hasta 650 euros. Leía las etiquetas de los buzones y fingía ser el familiar de algún vecino de los engañados.
«Son estafas basadas en la buena fe de la gente, se juega con elementos que las personas no cuestionan porque pensamos que alguien en su equilibrio no lo haría nunca», finaliza la psicológa. Es, sin duda, el motivo principal por el que estas estafas continúan sucediéndose.