El Juzgado de Instrucción número 8 de Palma -en funciones de guardia- celebró este pasado domingo un juicio rápido contra Billy Vunipola, jugador que milita en el equipo británico de los Saracens en la Aviva Premiership y en la selección de rugby de Inglaterra y que fue condenado por un delito de atentado y un delito leve de lesiones a la pena de 4 meses de prisión, multa de 12 euros al día durante 20 días e indemnizar al perjudicado con 500 euros. El acusado reconoció que se encontraba en una discoteca en Palma en la que acudieron unos agentes por una pelea. El joven manifestó que no atendió a las órdenes de los policías y en un momento dado al tratar de reducirlo se abalanzó sobre uno de ellos causándole una lesión.
La sentencia es firme, al haber sido notificada a las partes verbalmente, manifestando su voluntad de no recurrir. La noticia, adelantada en primicia por Ultima Hora, no tardó en alcanzar una repercusión internacional. El deportista, según fuentes próximas al caso, se encontraba en el interior del local visiblemente alterado, supuestamente, bajo los efectos del alcohol o de algún tipo de sustancia, tratando de agredir a los clientes y al personal de seguridad. Los hechos tuvieron lugar a las 04:30 horas, en el Epic, cuando los porteros se vieron en la necesidad de pedir ayuda a la Policía Nacional para poder controlar a semejante gigante. El jugador de rugby mide 1,88 y pesa 126 kilos de puro músculo. En un momento dado y, por causas que se desconocen, se quitó la camiseta y se enfrentaba a cualquier persona que pasara por su lado. De hecho, cogía las botellas y taburetes del local para agredir a los responsables de seguridad.
A la llegada de las primeras patrullas, los agentes tuvieron que desalojar todo el local para evitar que lastimara a personas inocentes. Acto seguido, los policías trataron de dialogar con el violento australiano que no paraba de retar a los agentes y mostrar su gran musculatura. El deportista no esperaba que los funcionarios policiales sacaran las pistolas tásers y le lanzaran una descarga. Debido al gran peso y corpulencia del gigante, el primer disparo no le hizo nada y tuvieron que realizar una nueva descarga. En esa ocasión, tampoco lo tumbó, pero lo dejó desconcertado momento en el que ocho policías se le tiraron encima y consiguieron reducirlo y ponerle los grilletes (esposas).
Con serios problemas consiguieron introducirlo en el vehículo policial y trasladarlo hasta Son Espases. Una vez en el centro médico, le tuvieron que sedar y colocarlo en una cama con correas. Hasta que le hizo efecto la medicación, cuatro vigilantes del hospital y varios policías tuvieron que controlarlo para evitar que se escapara y causara daños personales y materiales.