Ocurrió en una fría madrugada del 16 de enero de 2005, en los apartamentos 'Los Cipreses' de Cala Ferrera, en Cala d'Or. Una joven eslovaca llamada Verónica Kovalovska, de 26 años, cayó mortalmente del segundo piso en el que residía con su novio, un jienense llamado Pedro José Carmona, de 29. Él sostuvo que la chica, muy alterada tras una discusión y bajo los efectos del alcohol, saltó al vacío, pero la implacable investigación de la Policía Judicial de la Guardia Civil y del forense Javier Alarcón lo desmintió: la extranjera había sido asesinada a golpes y después arrojada desde el balcón, para asegurarse de que no sobreviviría a las heridas. Esta es la crónica de una investigación que demostró que el crimen perfecto no existe.
La pareja llevaba siete meses de relación, pero discutía con demasiada frecuencia. La tarde antes del crimen, bajaron a Palma con una amiga para ver una película, pero la noche se torció después, porque no encontraban un restaurante para cenar y comenzaron a reñir de forma acalorada. Luego regresaron a Cala d'Or y tomaron unas copas en el bar de un amigo, hasta que se pelearon de nuevo y ella se marchó. El varón, tras buscarla de forma infructuosa, regresó al apartamento de Cala Ferrera, donde al poco rato entró Verónica. Discutieron de nuevo, por tercera vez, pero esta vez las consecuencias fueron fatales para la joven eslovaca.
Entre la madrugada y el amanecer, fue descubierto el cuerpo sin vida de ella boca arriba, en un jardín junto a la piscina comunitaria, justo debajo del segundo piso donde residía con el joven andaluz. El sospechoso se mostró extrañamente tranquilo y sostuvo inicialmente que su novia había querido pasar de un balcón a otro, para entrar en la casa del vecino, y se había caído desde aquella altura, con consecuencias fatales. Pero luego modificó la versión inicial y reconoció que habían discutido, incluso que le había golpeado en la cabeza con una piedra. Pero ese relato ante la Guardia Civil no lo mantuvo después ante el jurado popular que lo juzgó, dos años después.
El letrado Bartolomé Oliver defendió al acusado, que se enrocó en su versión de los hechos y mantuvo que su novia se había suicidado delante de él, obnibulada por el alcohol y tras una sonada discusión doméstica. El juicio se celebró en junio de 2007 y Pedro José llegó tranquilo y sonriente, como siempre. En las hemerotecas permanecen sus fotos riendo junto a los policías nacionales que le custodiaban, como si la cosa no fuera con él. Los peritos explicaron que la mujer estaba muy ebria en el momento de morir, con un índice de 1,20 gramos de alcohol por litro de sangre. Y que sufría efectos «moderadamente importantes», como la alteración de la capacidad psicomotriz, alteración emocional o caminar inestable.
El acusado del crimen de Cala d'Or utilizó su turno de última palabra para dejar bien clara su postura ante el jurado: «Mi paz y mi conciencia están muy tranquilas, y sé que Verónica está en el cielo». No se derrumbó y habló con frialdad, mirando a los nueve integrantes del jurado. En una videoconferencia, los agentes de Criminalística de la Guardia Civil de Madrid explicaron que no hallaron muestras del ADN del acusado en una piedra, presuntamente utilizada como arma homicida, ni en un cuchillo de cocina con el que supuestamente se realizaron los cortes en las muñecas de Verónica. A estos datos se agarró la defensa en su informe final para pedir la libre absolución del acusado. El letrado Bartomeu Oliver destacó además que algunos de los vecinos no escucharon ruidos de pelea, argumentando que «si se trató de un crimen, fue el más silencioso de toda Mallorca». El abogado aseguró que «existen dudas razonables en el relato de los hechos propuesto por la acusación».
Finalmente, el jurado popular alcanzó un veredicto de culpabilidad contra Pedro José Carmona, que fue condenado a doce años y medio de cárcel. Sin embargo, la defensa de Pedro apeló al Tribunal Superior de Justicia de Balears (TSJIB), que rechazó su petición. Entonces, era el turno de acudir a una órgano superior, el Alto Tribunal, que ratificó lo que ya dictaron las instancias anteriores: Pedro José Carmona, efectivamente, mató a la que fuera su novia, la eslovaca Verónica Kovalovska. Al acusado que siempre reía se le heló la sonrisa.