Christian G. hizo una reforma en casa de un hombre al que se presentó como un experto en criptomonedas. Decía que dominaba las inversiones en bitcoins y la víctima lo vio como una oportunidad de negocio.
El albañil, consciente de que el perjudicado no tenía ningún tipo de conocimiento en la materia, lo convenció para que se descargara en su móvil dos aplicaciones: Binance, cuya función es comprar euros y transformarlos en criptomonedas, y Metamask, un monedero en el que se depositan los bitcoins anteriores ya transformados. Para la apertura de esta segunda aplicación es necesaria una contraseña configurada por 12 palabras aleatorias que se recibe una única vez y que no se puede recuperar. Ese detalle lo conocía Christian, pero no le dijo nada al perjudicado.
El hombre picó. El 22 de enero de 2022, una vez instaladas las aplicaciones, la víctima realizó una transferencia de 15.000 euros en la cuenta corriente del procesado, que le devolvió 11.000 porque excedía del límite permitido. Continuó invirtiendo en bitcoins hasta el 25 de ese mes: 10.000 euros aportó pensando que el negocio no fallaría. Cuando revisó su cuenta comprobó que tenía menos cantidad de criptomonedas de las que había adquirido.
El acusado le dijo que tenía que borrar la aplicación y volver a instalarla, pero al llevar a cabo la operación no se acordaba de la contraseña. Se la pidió a Christian G. y este le dijo que no la tenía y que podría haber perdido el dinero. El albañil que decía que dominaba las inversiones en bitcoins se quedó con los 10.000 euros.
Un juzgado de Palma lo ha condenado ahora a seis meses de cárcel por la estafa y le obliga a devolver el dinero apropiado a la víctima, que fue representada por el abogado Toni Fuster. «Se desconoce con certeza el destino que el acusado ha podido dar al dinero ingresado en concepto de criptomonedas en la aplicación Metamask de la víctima y del que tiene el exclusivo poder de disposición», indica la jueza.