Las dos familias gitanas de Son Gotleu que llevan meses enfrentadas, después de un tiroteo que milagrosamente no dejó víctimas, protagonizaron ayer un nuevo incidente que disparó todas las alarmas. Poco después de la una de la tarde, un conductor sufrió un accidente con un coche de alta gama en la calle Tomás Rullán y al poco tiempo apareció un miembro de la otra familia enemiga, que supuestamente sacó unas fotografías con su teléfono.
A partir de ese momento, el nerviosismo fue máximo y se arrojó una piedra, por lo que algunos vecinos llamaron a los servicios de emergencia temiendo que los contendientes iban a llegar a las manos. La Policía Nacional, tras confirmar que se trataba de las dos familias del tiroteo, montó un gran dispositivo de seguridad y envió a Tomás Rullán e Indalecio Prieto a todas las unidades disponibles. Algunos tramos de la vía fueron cerrados a los peatones y vehículos, mientras se calmaba la situación. Algunos padres que iban a buscar a sus hijos al colegio se encontraron con que el camino estaba bloqueado y tuvieron que esperar.
El elevado número de motoristas y de patrullas del Cuerpo Nacional de Policía llamó la atención de los residentes y circularon todo tipo de rumores sobre el incidente entre los dos grupos enemistados. Al final, sin embargo, no fue necesario detener a nadie y media hora después todos los implicados habían regresado a sus casas y la situación era de total normalidad en Son Gotleu. De cualquier forma, por la noche estaba previsto que se reforzara la vigilancia en la barriada por si algún miembro implicado decidía intentar provocar a los rivales.
El apunte
Las heridas por el tiroteo de mayo siguen abiertas
En mayo, un joven de 29 años fue tiroteado por el clan gitano rival en Son Gotleu, por un asunto de una okupación de una vivienda. Después se sucedieron los intentos de venganza, las detenciones e incluso el destierro de algunos implicados. Las heridas, a día de hoy, siguen abiertas.