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Condenado a cinco años de cárcel por abusos sexuales a su hijastra en Palma

El acusado, durante el juicio celebrado en la Audiencia de Palma. | Alejandro Sepúlveda

| Palma |

La excusa era ponerle cremas para el dolor que tenía en las piernas o para que se relajara. O para eliminarle las estrías que tenía en los pechos y en los glúteos. Un hombre realizó tocamientos a su hijastra, de 12 años, en el domicilio que compartían en Palma. La Audiencia Provincial lo ha condenado a cinco años de prisión por continuados abusos sexuales.

El acusado, de 58 años, deberá indemnizar a la víctima con 6.000 euros por daños morales. No podrá comunicarse ni acercarse a menos de 200 metros de la menor durante un plazo de siete años.

El tribunal de la Sección Primera recoge en la sentencia que los abusos se produjeron entre el año 2015 y hasta el 6 de mayo de 2016. El hombre, aprovechando que convivía desde 2011 con la madre de la menor, realizó tocamientos en los pechos y en la zona genital a la niña.

Gimnasio

El pretexto, indican los jueces en el fallo, era untarle cremas antes o después de ir al gimnasio por dolor en las piernas o para que se relajara. También le ponía cremas para eliminarle las estrías en pechos y glúteos. En más de una ocasión le pidió que se bajara las braguitas.

La víctima contó en el juicio que no se sentía cómoda cuando se quedaba a solas con él. «Para ponerme la crema de la pierna me pedía que me bajara las braguitas, algo que yo veía innecesario».

Una vez, el hombre dio un beso en la boca a su hijastra y le dijo que le gustaba y que la quería. A consecuencia de estos hechos, la perjudicada padece secuelas de sintomatología ansioso-depresiva y postraumática. En la actualidad recibe sesiones terapéuticas en la Unidad Terapéutica de Abuso Sexual Infantil (UTASI).

Credibilidad

El tribunal otorga total credibilidad a la declaración de la menor y cita el informe de la psicóloga forense, que concluye que su testimonio es compatible con los hechos denunciados. «Tiene dificultades a nivel sexual, en su vida cotidiana y en momentos de asistir a clase porque situaciones normales le provocan que su mente vaya al momento del abuso. Y todo esto es plenamente compatible con haberlo vivido. Llora, tiene ataques de ansiedad o no puede hablar», sostiene la sentencia.

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