La propietaria de la escoleta de Son Gotleu que zarandeó a una niña en 2018 se enfrenta a una condena de un año de cárcel. La Fiscalía solicita también que se le inhabilite para cuidar menores durante un plazo de dos años.
Los hechos ocurrieron sobre las 10.00 horas del 29 de mayo en el patio interior de la escoleta Niu d'Infants, que estaba situada en el número 26 de la calle Sant Vicente Ferrer de Palma. La acusada, de 43 años y nacionalidad española, actuó «sin ningún tipo de paciencia ni consideración», según recoge el ministerio público.
Bofetón
La cuidadora trató de forma «inadecuada» a la niña, de 2 años, agarrándola y zarandeándola fuertemente del brazo, tirándola al suelo y dándole un bofetón. La mujer la dejó en el patio sin prestarle más atención. La víctima sufrió un hematoma en el brazo que tardó dos días en curar.
Una vecina del centro infantil grabó el incidente desde la ventana de su piso y publicó el vídeo en Facebook. Las imágenes se hicieron virales enseguida y generaron gran indignación entre los usuarios de la red social. En la grabación sale la encargada de la escoleta, vestida con un delantal rosa, riñó a la víctima después de tirarla al suelo: «¡No se estiran los pelos de los niños!». La Policía Local de Palma se desplazó hasta la escoleta y hablaron con la responsable. La Policía Nacional se hizo cargo de la investigación.
Los padres de la menor, Miguel Ángel Illescas y Karina del Pilar, acudieron al juzgado a denunciar los hechos después de que la Policía Nacional les informase de lo sucedido. «Vamos a hacer lo posible para que todo el peso de la ley caiga sobre esta persona», dijo Miguel Ángel, que tras ver el vídeo relacionó el incidente con otros episodios violentos. El hombre expresó su agradecimiento a la mujer que grabó el vídeo y lo compartió en Facebook. Otros progenitores presentaron una denuncia un día después de los hechos tras creer que su hija era la perjudicada.
Un gran número de niños se dieron de baja de la escoleta tras el incidente. Niu d'Infants cerró poco después tras ocho años de actividad en los que «nunca ha existido el más mínimo problema ni reclamación», dijo su propietaria.