Escalofriante. Ultima Hora ha tenido acceso en exclusiva a los cientos de 'whatsapps' que se cruzaron durante años el juez Manuel Penalva, el fiscal Miguel Ángel Subirán y los exagentes del Grupo de Blanqueo durante la instrucción del 'caso Cursach' y que evidencian unas actividades criminales sin precedentes en Mallorca.
Del político Álvaro Gijón, por ejemplo, escriben: «A este si tienen huevos de hacerle dimitir y dejar su acta de diputado hay que detenerlo con esposas. Sin miramientos».
Con el empresario Antoni Roig, detenido en el caso del IME, se muestran también especialmente crueles: «Hay que filtrarlo para que Toni Roig (entre esto y lo de la semana que viene) se ponga nervioso y cague caldo».
El atestado de la Policía Nacional evidencia sin la más mínima duda la connivencia perversa entre los investigadores y algún periodista, al que manejaban a su antojo y le dictaban, prácticamente, las informaciones que debía de publicar y cómo debía hacerlo. Un investigador de Blanqueo escribe: «Todo notificado y K. 'aconsejado' de cómo sacar la noticia». Todo ello para conseguir una presión aplastante sobre el policía, empresario o funcionario investigado, que veía cómo salían versiones aberrantes en prensa contra ellos que no se ajustaban a la realidad.
También son humillados duramente conocidos abogados o fiscales. De un letrado escriben los investigadores: «Abogado de gitanazos y morralla diversa. Qué puto asco». A un conocido exfiscal lo definen como «el papa Francisco».
También demuestran una inquina desmesurada cuando se refieren a familiares de los investigados. Es el caso de la madre de Álvaro Gijón, y de muchos otros.