A las nueve y veinte de la noche de este pasado miércoles, Bartolomé Cursach salió por una puerta lateral del centro penitenciario de Palma. El empresario regateó a la mayoría de los periodistas que le esperaban apostados en la puerta principal desde hacía horas. Nadie lo vio. Caminó sigiloso, por detrás de las cámaras, y se introdujo en un Lexus RX 450h blanco, donde le recibió su mujer.
Dos trabajadores del Grupo Cursach en un Audi y un empresario de seguridad con un Lexus le esperaron en el aparcamiento de la prisión. Juanito García, excampeón del mundo de kickboxing, amigo de la familia y empleado de MegaSport, se colocó en la puerta principal para despistar a los medios de comunicación. Bartolomé Cursach los esquivó. La jugada fue maestra, de estratega.
El empresario, que llevaba un año y un mes encarcelado, reunió un millón de euros de fianza que le impuso la Audiencia Provincial en cinco horas. El tribunal aceptó de forma parcial la petición de su defensa y considera suficiente la medida para garantizar que no evitará la acción de la Justicia. Además, le retira el pasaporte y le obliga a comparecer mensualmente en el juzgado. Durante toda la tarde, su defensa hizo numerosas gestiones para aportar la fianza ante el juzgado de guardia, algo que hizo con un cheque.
La Audiencia había rechazado en diciembre la anterior petición de la defensa. En aquella ocasión ya hubo un voto particular favorable a la imposición de una fianza. Desde ese momento hasta ahora han cambiado algunos elementos en la causa: se ha resuelto la recusación del juez Manuel Penalva, no ha habido nuevas denuncias de agresiones o amenazas a testigos y todavía no hay ningún juicio contra Cursach a la vista, más allá del ya celebrado por tenencia ilícita de armas, que está a la espera de sentencia.
El tribunal acepta los argumentos que dio el letrado que representó a Cursach en la vista, Fernando Mateas. El auto señala que la privación de libertad «no es estrictamente necesaria» y que algunos de los peligros que se pretendían evitar con la prisión de Cursach han bajado. Así, recuerda que ya sólo quedan pendientes dos causas por amenazas a testigos y que, desde noviembre, no se registra ningún episodio: «Ante la respuesta judicial, el riesgo se ha atenuado». Algo similar dice en torno al peligro de que Cursach vuelva a delinquir: «La propia investigación judicial y presión mediática del caso» habrían rebajado ese peligro.
Sobre la posibilidad de una fuga, el tribunal valora que el empresario tiene fuertes vínculos con Mallorca, que aquí está su familia y sus negocios y que tiene ya 72 años.