Los padres que convivieron más de un mes con su hijo muerto en su piso de Girona en diciembre de 2015 han declarado este miércoles ante el tribunal que el pequeño tuvo un ataque de asma un día, que le medicaron y mejoró, que creían que dormía y que no asimilaron su muerte hasta que entraron los Mossos d'Esquadra en el piso.
Bruce y Schrell H., de 41 y 40 años y naturales de Detroit (EEUU), han comparecido este miércoles en el juicio que se ha celebrado en Girona por la muerte de su hijo Caleb, de 8 años, por la que le fiscal les pide 3 años y 3 meses de cárcel por considerarles autores de un delito de homicidio por imprudencia grave con la agravante de parentesco.
Por su parte el abogado de la defensa, Christian Salvador, ha pedido la absolución ya que ha afirmado que siempre le dieron el cuidado y tratamiento necesario, tanto tradicional como homeopático y que no tienen responsabilidad directa en la muerte del niño.
Tanto el padre, ingeniero informático de profesión, como la madre, que al hablar del día que el pequeño ya no despertó ha roto a llorar y ha necesitado salir de la sala, han declarado que no saben qué día pereció el pequeño, pero han asegurado que su estado de salud era bueno, pero que tuvo un ataque de asma y a la mañana siguiente no despertó.
La pareja ha afirmado que combinaban la medicina tradicional, como el ventolín y los nebulizadores, con la homeopatía, y que, aunque en año y medio sólo habían ido dos veces al médico, sí iban a la farmacia y sabían qué tratamiento darle porque cuando tenía un año lo llevaron a un especialista en alergias en Estados Unidos.
El fiscal, Enrique Barata, considera que los padres antepusieron su planteamiento religioso o moral a la vida del menor, que sufrió una crisis asmática que se agudizó con una sintomatología progresiva de deterioro «y los padres viéndolo no lo llevaron a ningún hospital ni llamaron a emergencias». «No hicieron nada, se dedicaron a rezar y acabó como acabó», ha dicho.
La pareja y sus tres hijos se establecieron en Girona supuestamente huyendo de la peligrosidad de las calles de Detroit y Missouri y por motivos de salud, ya que la madre y los tres hijos padecían asma.
La tesis del fiscal se sustenta en los peritos médicos que han declarado, que han manifestado que el niño murió de una crisis de asma que nunca es tan inmediata que no de tiempo a reanimación.
Los educadores y psicólogos del centro de acogida donde fueron los menores también han destacado que básicamente sólo se relacionaban entre ellos, que todo lo que hacían lo debían consultar con sus padres y que no querían medicarse porque «no eran partidarios de la medicina tradicional» sino más bien de infusiones chinas y productos naturales.
Uno de los psicólogos ha apuntado que el comportamiento de la familia recordaba «al de una secta».
La hija de los acusados, de 18 años y que desde que cumplió la mayoría de edad el mes pasado vuelve a estar con sus padres, en Sabadell, y su hermano de 15, todavía bajo custodia de la Dirección General de Atención a la Infancia y a la Adolescencia (DGAIA), se han acogido a su derecho a no declarar.
La propietaria del piso donde ocurrió el suceso ha señalado que habían dejado de pagarle los 1.100 euros de alquiler, por lo que el 5 de enero de 2015 acudió al piso, no le abrieron, y como oyó cánticos extraños y gritos nombrando a Satán llamó a los Mossos, que entraron en el piso y encontraron al pequeño en estado de putrefacción tapado con una sábana en una habitación en la que dormían todos.
Según los agentes que entraron, «el piso era un desastre, estaba sucio, maloliente y con todo tirado».