Sa Comuna de Bunyola se convirtió ayer tarde en una ratonera para unos 200 excursionistas y 60 vehículos que habían subido a ese paraje aprovechando las espléndidas temperaturas. Un incendio forestal los atrapó y durante horas los equipos de emergencias se centraron en que ninguno de ellos resultara afectado por el fuego, que calcinó unas quince hectáreas.
Sobre las tres de la tarde, una gran columna de humo visible desde Palma comenzó a alertar a los equipos antiincedios, que localizaron el epicentro en sa Comuna de Bunyola.
Los domingos, sobre todo cuando el tiempo acompaña, esta montaña es visitada por decenas de excursionistas, por lo que se puso en marcha un gran dispositivo de emergencia para garantizar la evacuación de todos ellos. El comandante Domingo, de la Guardia Civil, coordinó in situ el operativo, mientras los bomberos de Palma y Mallorca, así como unos 20 técnicos del Ibanat, comenzaban a combatir las llamas por tierra.
Desde el principio quedó claro que la cobertura aérea sería fundamental, así que se desplazaron hasta Bunyola tres helicópteros y después un hidroavión llegado ex profeso desde Valencia.
En el área recreativa de sa Comuna se contabilizaron unos 200 visitantes, que fueron conducidos hasta una caseta de los guardas forestales. Lo más complicado, con todo, fue dar salida a los sesenta vehículos que transitaban por la única carretera de la zona.
Primero, la comitiva quedó detenida a la espera de confirmar que no existía riesgo para ellos, y después la Guardia Civil y la Policía Local les dio salida de diez en diez.
Sin control
Al cierre de esta edición el fuego había consumido, aproximadamente, unas quince hectáreas de masa forestal, pero seguía sin estar controlado. La ventaja era que no soplaba viento, con lo que los técnicos pensaban que podía quedar bajo control a media noche. En la zona quedó un retén de guardia, para evitar que algunos rescoldos volvieran a arder. El domingo de excursión había acabado en susto para muchas familias.