Los once presuntos narcotraficantes detenidos en la operación Malamar de Inca pasaron ayer por la tarde a disposición judicial.
Con retraso sobre el horario previsto, los acusados llegaron esposados en parejas a los juzgados, en medio de una gran expectación. Sólo Jerónima, la «abuela» del grupo, llegó sola. Eso sí, estrechamente custodiada por guardias civiles. En torno a los juzgados se montó un cordón judicial para que los curiosos no pudieran acercarse al grupo. Incluso se barajaba la posibilidad de que algunos de los acusados fueran increpados, como ocurrió con el asesino de Ana Niculai hace un año. Sin embargo, no fue así y la llegada de los once sospechosos se llevó a cabo sin incidentes.
Jerónima, Juan R. -el encargado de la empresa Cespa de limpiezas urbanas- y un tercer detenido fueron los únicos que se taparon el rostro al detectar a los fotógrafos. El resto del grupo dio la cara. En Inca, estos días ha sido muy comentada la estrecha amistad de Juan R. con el alcalde Rafel Torres. Parece que fue testigo en su boda y hace unas semanas viajaron juntos a Moscú, en compañía de otros amigos.
Torres sostiene que desconocía las supuestas actividades ilícitas de Juan R. y reitera: «Me he quedado de piedra con esta noticia». La banda desarticulada ganó enormes cantidades de dinero con la venta masiva de cocaína en la comarca.