Thomas Wenzel, prestigioso decorador alemán, lleva quince años residiendo en Sant Llorenç. El pasado jueves, una banda armada asaltó su casa y lo sometió a un maltrato físico y psicológico salvaje. Ayer, el profesional concedió una entrevista a este diario y contó los detalles de aquella noche infernal.
-¿Conocía a los agresores?
-Creo que no, pero iban con pasamontañas y máscaras y es complicado saber cómo eran. Hablaban entre ellos en árabe y luego he sabido, por la Guardia Civil, que eran marroquíes.
-¿Por qué les abrió la puerta?
-Era el jueves, a las 21.20 horas y yo estaba solo en mi casa de la calle Creu. Mi marido estaba de viaje en Alemania y yo estaba jugando con el ordenador portátil. Sant Llorenç es un pueblo, llevo muchos años aquí, y abrí pensando que era algún vecino, porque vienen muchas veces a la casa.
-¿Cuántos entraron?
-Eran cuatro, y parece ser que una mujer esperaba fuera, vigilando en la calle. El primero me dio un puñetazo en la cara y ya no pude reaccionar. Empezaron a gritarme y otros recorrieron la casa y cerraron las ventanas que daban a la calle, para que nadie viera lo que pasaba en el interior.
-¿Querían dinero?
-Eso era lo que no dejaban de repetirme. Hablaban en castellano conmigo, con un fuerte acento, y entre ellos en árabe. Estaban muy nerviosos y muy violentos. Me golpearon muchas veces. Uno de ellos llevaba un cuchillo de cocina, de grandes dimensiones, y otro uno de un tamaño más pequeño.
-¿Le cortaron en la cara con un cuchillo para que les diera lo que buscaban?
-La verdad es que todo fue tan terrible que aún no sé muy bien cómo me cortaron. Me han tenido que dar varios puntos de sutura, pero no estoy seguro cómo ocurrió.
-¿Le ataron?
-Sí, utilizaron el cable de un televisor y un cinturón, y me ataron al dosel de mi cama.
-¿Qué cantidad le exigían?
-Querían 3.000 euros, pero yo no tenía ese dinero en casa. En la cartera había unos 380 euros, y se la llevaron. También cogieron teléfonos, ordenadores portátiles y relojes de marca.
-¿Le amenazaron de muerte?
-Varias veces. Me decían que que no les importaba ir a la cárcel, que lo tenían muy claro. Que me iban a matar allí mismo si no les daba lo que ellos querían.
-Antes de irse parece ser que le chantajearon
-Como querían más dinero, me dijeron que me iban a llamar en unos días y que tenía que reunir la cantidad, como fuera. Y que no lo contara a nadie.
-¿Cómo pudo liberarse?
-Primero esperé a estar seguro de que ya no estaban en la casa. Yo estaba en el cuarto, atado, y cuando ya no escuché ruido empecé a quitarme el cable poco a poco. Me costó, pero al final me liberé y pedí ayuda.
-¿Pudo avisar a su marido?
-Al final conseguí avisarle y él llamó a un médico amigo de Sant Llorenç, que vino poco después. Luego llegó la policía, la Guardia Civil y otros vecinos.
-Ahora que sabe que la Guardia Civil los ha detenido y están en prisión, ¿está más tranquilo?
-Es que increíblemente estoy calmado. Creo que en unos días me vendrá un bajón, porque ha sido una experiencia horrible. En Sant Llorenç falta vigilancia. Yo nunca olvidaré el jueves día 16 de diciembre.