El asesino de María del Carmen del Salto la inmovilizó con sus propias ropas para asegurarse de que no iba a ofrecer resistencia antes de ser violada, si bien la infortunada se encontraba casi inconsciente y parece ser que no sufrió.
Los investigadores creen que el ataque sobre la joven pudo iniciarse en el coche del homicida, al poco tiempo de recogerla en el pub «Van Van» de Cala Bona. Sea como fuere, la barbarie se desató en el camino de sa Gruta, en s'Illot, aprovechando que se trataba de un paraje desierto y oscuro. El atacante tiró a Carmen del Salto sobre unas matas, le bajó los pantalones y la ropa interior hasta los tobillos y la violó en repetidas ocasiones, mientras ella se encontraba de espaldas. La Guardia Civil, tras el examen forense, cree que la vecina de Porto Cristo fue forzada vaginal y analmente y luego el asesino le rodeó el cuello con un brazo y la asfixió. Era de una corpulencia muy superior a la de la muchacha, pero no le fracturó la tráquea.
El cadáver de la joven apareció boca abajo, con la camiseta, la camisa y el sostén crubriéndole parcialmente la cabeza y el cuello. La parte de su cuerpo que estaba en contacto con la tierra estaba en avanzado estado de putrefacción, mientras que la parte que quedó al descubierto estaba momificada. La reconstrucción inicial efectuada por la Benemérita, apoyada en los resultados de la autopsia efectuada el jueves, indica que el asesino pudo abalanzarse sobre la chica en el coche. Era una «presa fácil», por lo que decidió llevársela a aquella finca solitaria y allí sació sus instintos más bajos.
En el cuerpo de la joven se han hallado pelos, pero se cree que son de la víctima y no del psicópata. En las uñas analizadas tampoco se ha localizado piel o tejido de Andreas Okulus, lo que evidenciaría que la fallecida no se defendió, casi con seguridad porque estaba en coma etílico y había perdido la consciencia. Los forenses tratarán de determinar el grado de alcohol en la sangre de la chica, pero este detalle todavía no ha trascendido.