Vivimos en la era de la información y, sin embargo, cada vez sabemos menos de lo que sucede a nuestro alrededor. Somos una sociedad de titulares, manipulable y nada interesada en conocer la verdad, algo a lo que han contribuido las redes sociales, en las que cada persona se cree en posesión de la verdad absoluta y repite falsedades sin el menor rubor. Hace unos días, con motivo de la huelga médica, la mayoría de los que pontifican desde el anonimato de una cuenta virtual aseguraban que los motivos del conflicto obedecían a causas económicas y ninguno aludía al estatuto marco, principal caballo de batalla de este enfrentamiento con el Ministerio de Sanidad, del mismo modo que cuando se destapó este lodazal en el que se ha convertido la política española, nadie se preocupó de profundizar en el tema y sí en el ‘y tú más’. Ya no importa cometer delitos de injurias, calificando de asesinos, narcotraficantes o delincuentes a personas públicas, porque estas acusaciones no van a tener consecuencias. Nunca hubo más medios, pero tampoco más desinformación.
Desinformación
María Luz García | Palma |