La revuelta de algunas togas contra el entorno más próximo de Pedro Sánchez nos lleva hacia un callejón con una única salida: la caída del presidente del Gobierno. Sería ingenuo pensar que logrará salvarse cuando han empapelado a su mujer y a su hermano. Eso no había pasado jamás en España desde la Jura de Santa Gadea, en el siglo XI. El espíritu de combate de ciertas togas recuerda al del Cid Campeador contra los almorávides del infiel Ben Yusuf, tan denostado entonces como en la actualidad lo es el fiscal general del Estado. El resultado es que Isabel Díaz Ayuso, que en cualquier otra democracia ya sería un cadáver político, gane batallas como Rodrigo Díaz de Vivar.
El cabreo hierve en determinadas esferas judiciales por la reforma de su estructura interna. Y, sobre todo, retruena por doquier el rebote que se ha armado en algunos sectores del Tribunal Supremo por la consecución de la amnistía, la paz con Catalunya y la rehabilitación de Carles Puigdemont y Oriol Junqueras. Les enerva. Estos grupos están más cerrados en sí mismos que la corte de Doña Urraca tras las murallas de Zamora.
¿Alguien duda que conseguirán hundir a Sánchez? Desde luego, torres más altas han caído. Hace unas pocas generaciones, y en otro contexto, parte del Ejército, aliado con la Falange, se cargó al presidente del Congreso, Julián Besteiro (muerto en cautiverio); al presidente del Gobierno, Francisco Largo Caballero (internado en el campo de extermino nazi de Sanshenhausen), y al jefe del Estado, Manuel Azaña (fallecido tras haber perdido el quicio en el exilio). También se cepillaron a los más sublimes poetas del siglo XX. Federico García Lorca (fusilado con ensañamiento), Miquel Hernández (fallecido en la cárcel a fuerza de palizas) y Antonio Machado (desquiciado en el exilio).
Y con estos antecedentes históricos, ¿alguien se cree que Pedro Sánchez resistirá? Van a por él. Y la vieja memoria nos enseña que lo conseguirán.
AuraAl presidente no lo han dinamitado desde dentro, se ha dinamitado él mismo y en cualquier pais de los que decimos, muy ufanos, que son de nuestro entorno ya llevaría tiempo dimitido después de los casos Begoña, hermano, Koldo, etc.