Redefinir

| Palma |

Políticos, escritores y científicos redefinen mucho, se pasan la vida redefiniendo cosas. Rara vez están de acuerdo con la simple definición de algo en el diccionario, por lo que en cuanto pueden lo redefinen a satisfacción. Eso también sirve para marcar su territorio, como hacen ciertos mamíferos territoriales mediante procedimientos excretores. Por ejemplo, es habitual que un político, hable de lo que hable, aproveche para añadir su propia definición de política (la política es esto y esto otro), también de democracia (la democracia por aquí, la democracia por allá), es decir, que redefinan los conceptos utilizados a la vez que nos aleccionan. Lo mismo suelen hacer los novelistas, cuyo mayor afán, sobre todo si son buenos, no es escribir una gran novela, o no sólo, sino redefinir la novela de modo que ya nunca vuelva a ser lo que era. La ciencia de vanguardia, cómo no, redefine términos casi por obligación, a fin de corregir pretéritos errores de definición y seguir avanzando. Incluso los conceptos más básicos, digamos espacio, tiempo, dimensión, fuerza, infinito, universo o la misma nada, han sido redefinidos muchas veces, lo que a su vez exige redefinir sobre la marcha numerosos valores asociados. En realidad, en eso consiste la ciencia, en redefinir. Tras este locuaz primer grupo de recios redefinidores, políticos, escritores y científicos, están los filósofos y artistas, pero como ya han redefinido tantas veces la filosofía y el arte, incluido el cinematográfico, en los últimos años parece que se han dado por vencidos, o tomado un descanso, y apenas lo intentan. Porque en efecto, cuanto más redefinimos, más indefinido es todo. En la actualidad hay tanta indefinición, en todos los ámbitos culturales (¡hasta en la biología!), que sería oportuno que los lingüistas redefiniesen el verbo redefinir, que se nos está yendo de la manos y ya no sabemos nunca de qué estamos hablando. Menos mal que sólo hablamos por el móvil, y así da igual. Ahora Israel, y Occidente en general, están redefiniendo la Historia, nada menos, y de paso los términos colonialismo y genocidio. Quizá vamos hacia un mundo indefinible, además de indefinido. Habría que redefinirlo todo.

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