En la política nacional, a nadie le importa fracasar con tal de que el contrario fracase más. Aquí todos prefieren quedarse tuertos si los rivales se quedan ciegos, y de ahí la importancia del relato posterior. Modelo tradicional de dicho relato: «Sí, vale, la he cagado y me han partido la cara, pero tendríais que ver cómo ha quedado el otro». Y en esas estamos, en relatos de ficción, porque a pesar del rotundo fracaso parlamentario de su decreto ómnibus de medidas sociales, que ha dejado en el aire la pensión de millones de jubilados, el Gobierno se resiste a bajarse de su ómnibus, ya porque creen que peor estarán los que lo tumbaron, ya por el viejo dicho popular de «Caballo grande, ande o no ande». ¿Y por qué son tan aficionados todos los Gobiernos, no sólo este, a amontonar decretos (todo o nada) en un mismo vehículo gigantesco y abigarrado, el ómnibus de marras? Bueno, eso es un viejo truco comercial, el abecé del marketing, muy usado en las plataformas cinematográficas de televisión y que casi ha acabado con el cine. Si quieres una cosa, te las tienes que comer todas. Lo que considerando la Ley de Sturgeon que ya les he citado muchas veces (quizá no las suficientes), y que determina que el 90 % de cualquier conjunto es basura, significa comer muchísima basura, tanto política como cinematográfica. Basura en general, dejémoslo así. Y si no, quedas como un capullo desalmado que se niega a actualizar las pensiones. No estoy defendiendo al PP, ni a Vox, ni a Junts, Dios me libre. Sólo estoy explicando en qué consiste un ómnibus legislativo, y porqué gusta tanto a los Gobiernos. Y a las plataformas mencionadas, claro está. Y al propio ordenador con el que estoy redactando, porque nadie abusa más de esta vieja táctica como las empresas tecnológicas. Quieres una bicicleta y tienes que quedarte con todo un ómnibus, lleno de basura por defecto. La esencia del capitalismo avanzado, aseguran los economistas. De ahí que a pesar de batacazo parlamentario de la semana pasado, al Gobierno le cueste escarmentar, y se resista a trocear su decreto amasijo, porque en tal caso unas cosas se aprobarían y otras no. Lejos de mí decirle al Gobierno qué debe hacer, como si no lo supiera ya. A veces, hay que bajarse del ómnibus. Echar pie a tierra, caminar pasito a pasito.
Bajarse del ómnibus
Enrique Lázaro | Palma |