No, no vamos a hablar ahora de los crímenes colonialistas de Israel, verdaderos a más no poder, sino del género literario y cinematográfico más en boga, el llamado true crime, que llena pantallas, libros, pódcast (no sé qué son ni cómo se escribe), saturan plataformas y producen documentales de gran éxito entre la afición. Porque el caso es que hace unos días hablaba aquí del género thriller, sin duda el más comercial y de máxima audiencia en el mundo, y se me olvidó mencionar esta variante del true crime, que es más o menos lo mismo pero con asesinatos verdaderos y auténticos asesinos en serie muy truculentos. Lo que por lo visto le da al género un enorme valor añadido. Los autores de estos relatos de moda, pero que han estado de moda siempre porque el periodismo recién nacido del siglo XVII, muy sensacionalista, ya consistía en eso, tratan de contar historias de crímenes reales entre personas igualmente reales, cosa que el público, debido a su pasión por la realidad y la verdad, agradece extraordinariamente. La gente, está demostrado, puede tragarse a diario cien arrobas de embustes, falsedades y ficciones de tipo político y cultural, pero eso sí, cuando se trata de crímenes exige la verdad, y todo el realismo posible. De ahí el auge del género true crime, que no se refiere a niños libaneses y palestinos reventados, sino a crímenes verdaderos. En realidad, es un género literario muy antiguo, que se actualiza más o menos cada siglo en diversos formatos, y como si algo abunda hoy en día son formatos, su éxito es ahora imparable. Probablemente esta última versión del género se la inventó Truman Capote en 1966 con su novela A sangre fría, y aunque aprovechó para bautizar esa literatura como No ficción, y apuntarse el tanto, al ser Capote un excelente escritor, la ficción ya estaba asegurada. O sea, no ficción, pero con ficciones. Es igual, porque se llame true crime, No ficción o mero sensacionalismo como se decía en el siglo XIX, el género narrativo de los crímenes verdaderos está en todas partes. Bueno, en todas no, porque de los crímenes reales del presente no se ocupa apenas. Normal, se trata de literatura. Como el thriller. Espero haber reparado mi olvido.
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