Cada año, la música de Bobby Darin nos recuerda Cuando llegue septiembre como el inicio del curso político, tanto en Balears como en el resto de España, es lo que tiene que agosto sea –todavía– el mes oficial de las vacaciones. En el ámbito local se confirma la putrefacción del grupo de Vox en el Parlament, la salida de Agustín Buades es un síntoma más de la caótica situación interna que vive el partido de Santiago Abascal y su traslación a las instituciones, aunque a decir verdad en el Ajuntament de Palma y el Consell de Mallorca la ultraderecha anda mucho más tranquila. El arranque de la temporada tiene su momento estelar mañana, cuando se debata la moción presentada por la oposición para forzar el cese de Gabriel Le Senne como presidente del Parlament; un tema que los conservadores observan a profundidad de periscopio. Tomen nota: el portavoz del Govern, Antoni Costa, dice que Le Senne debería dimitir por la ruptura del pacto con el PP a nivel estatal. Empezamos a fer volar coloms. Los dinosaurios del gremio recordarán que Gabriel Cañellas y Jeroni Albertí estuvieron buena parte de la primera legislatura autonómica con sus cargos a disposición del otro tras el ‘caso Torcal y Zeus’. Como es obvio ninguno de los dos dimitió de sus respectivos puestos institucionales.
Estrenamos curso político, pero nada cambia. Ahora, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, cuyas intervenciones ante los medios de comunicación se han convertido en auténticas homilías por la imposibilidad de formular preguntas, es capaz de decir una cosa y la contraria sobre la emigración ilegal según el país en el que se encuentre de visita; todo un prodigio de transmutación ideológica pero que en nada contribuye a resolver este grave problema que debe afrontar el país con urgencia. En todo caso lo que es evidente es que Sánchez ha sido estafado por el rey de Marruecos, el abandono de España al pueblo saharaui no ha supuesto ninguna contrapartida en materia migratoria. Lo ocurrido estos días en la playa del Tarajal es una buena prueba de ello.
Esta semana se supone que el Gobierno dará su versión sobre las consecuencias del acuerdo con Esquerra Republicana para que Salvador Illa sea el presidente de la Generalitat catalana, hablamos de la singularidad financiera, el concierto o el cupo catalán. Llámenlo como les dé la real gana. La vicepresidenta y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, debe ser la que nos convenza del oxímoron que supone que mejorar la financiación a Catalunya supone mejorar la del resto de las autonomías. Aquí los números no salen. Apunten también este tema como el mantra político de los próximos meses y años.
Atajar la inseguridad
El alcalde de Palma, Jaime Martínez, debería tomar nota del creciente clima de inseguridad e incomodidad que se está enquistando en la ciudad, en el centro –la plaza de España y la Intermodal son un buen ejemplo– y en las barriadas –los enfrentamientos raciales en Son Gotleu son una amenaza constante–. Los vecinos de la plaza de toros denuncian conciertos interminables, en algunas zonas los vecinos patrullan las calles para evitar robos. Es el momento de que la Policía Local deje de ser alérgica a pisar la calle.