Igual para el tyrannosaurus rex hay que esperar todavía un poco, pero lo del mamut, créanme, está hecho. Seguro que lo han oído: Un grupo internacional de científicos, entre ellos miembros del Centro Nacional de Análisis Genómico de Barcelona, han conseguido extraer el ADN intacto de un trozo de piel liofilizada de una hembra de mamut lanudo de 52.000 años de antigüedad que se encontró debidamente congelada en Siberia en 2018. Veintiocho pares de cromosomas, dicen que tiene, los mismos que un simple elefante.
Si una cosa tengo clara desde el principio es que todo lo que se puede hacer, por mayores que sean las cortapisas morales e incluso legales que puedan oponérsele, habrá alguien dispuesto a hacerlo. Ya me dirán, si no, qué gracia tenía fabricar la bomba atómica si no era para tirarla y ver qué pasaba. Es verdad que en el caso del mamut habrá que ir resolviendo mientras tanto un par de problemas, como dónde lo ponemos -los zoos, ya se sabe, no están demasiado bien vistos-, y, sobre todo, cuántos de ellos hacemos -convertido en creador, el ser humano también tiene derecho a pensar que quizás no sea bueno que el mamut esté solo-, pero de que se hará no tengo dudas. Luego, no seamos impacientes, vendrá el tyrannosaurus rex. Y si están pensando ya en el myotragus balearicus, pónganse tranquilos que seguro que habrá subvención.