Respeto la opinión de quienes no van a votar siempre y cuando sea una opinión respetable (no todas lo son). En una democracia en paz, la deserción (no otra cosa es no votar) es preocupante y deja la decisión quizá en manos de los radicales de turno. Siguiendo con la metáfora, de los golpistas.
Mañana, domingo 9 de junio, no solo se vota al Parlamento Europeo sino que los elegidos votarán después al o la presidente o presidenta de la Comisión y al resto de comisarios. La Comisión es el motor de la Unión Europea, la garante de los tratados, la impulsora de todas las políticas. Algunos me dirán que con una vicepresidenta del gobierno gritando «a la mierda» no dan ganas de votar, que con las historias de Begoña y con el nivel subterráneo de nuestra clase política dan ganas de quedarse en casa. Pero ese es el error más grande que pueda cometerse.
La Unión Europea se ha construido y se construirá desde la moderación y la integración. Si usted es un votante moderado y deja de votar, puede que contribuya a que las grandes decisiones sea necesario tomarlas con el acuerdo de partidos que tienen tantos votos como militantes y que representan opciones muy minoritarias sobre las que no puede asentarse la estabilidad democrática. No vote a los fanáticos ni a los inmorales ni a los tramposos ni a los incrédulos.
Europa es nuestro hogar y la UE el escenario de progreso y paz de mayor duración que han conocido los siglos. Solo por esto hay que votar. Sí, hay guerra en Ucrania, pero imagine por un momento que no existiese la UE y que cada país tuviera que hacer frente individualmente a la invasión rusa y a las amenazas. ¿Verdad que da miedo pensarlo? Pues vaya a votar y no deje que otros manipulen su abstención en el futuro. Quien no vota no va a tener nunca razón.
Precisamos de una Unión Europea fuerte, comprometida y con ganas de ser un actor político de primera magnitud en el escenario mundial. Para ello, como decía Jorge Domecq en su conferencia del pasado día 4 en el Movimiento Europeo, es el momento de acelerar la integración y no la ampliación. Es el momento de conseguir que el proceso de toma de decisiones de la UE sea mucho más ágil y rápido. No se puede ser influyente en el mundo actual si la decisión se demora meses.
Piense en quien queremos que gestione la Unión Europea. Nunca se arrepentirá de haber votado bien. No se quede en casa ni vote a quien no tiene capacidad de hacer algo realmente eficaz. Es posible que sus hijos y nietos se lo agradezcan en el futuro.