El 20 de julio de 1936, el piloto Casals estaba en una situación muy comprometida. Era el responsable del único hidroavión de la Mallorca franquista cuando en su corazón era republicano de izquierdas. Amarrado frente a Es Baluard, en la bahía de Palma, simulaba que arreglaba el aparato mientras rumiaba cómo fugarse. El plan A era reducir al mecánico falangista que le habían asignado y volar hacia la Menorca republicana. El B era cargar el avión al máximo de autoridades franquistas y estrellarlo contra La Almudaina.
Francisco Casals Ribes era de Soses (Lleida), estaba soltero y tenía 22 años cuando comenzó la guerra. La casualidad quiso que justo el día del golpe cayera en zona nacional. Su hidroavión estaba de paso en Palma cuando los golpistas le ordenaron que se quedara. Lo necesitaban por si la cosa se torcía y tenían que huir volando. No se podían ni imaginar que él estaba dispuesto a estrellarse con ellos dentro.
Por si acaso, le interrogaron varias veces. Solo por ser aviador ya era sospechoso de ser republicano porque la mayoría de sus compañeros se habían decantado por ese bando. Decidieron ponerle vigilancia. Le asignaron como mecánico a un falangista local de confianza, Francisco Rosselló Alcover, y colocaron delante del amarre del hidroavión al soldado Pedro Radó con una ametralladora. Este después contaría a su hijo lo siguiente: «Casals era muy chulo y pasaba ante nosotros con piezas del motor. Supongo que las llevaba a talleres para arreglarlas». La realidad es que fingía una avería en el aparato para que los golpistas no pudieran usarlo. Así estiró los días hasta que pasó al plan A.
El 26 de julio consiguió por fin el permiso para realizar un vuelo de prueba. El hidro avanzaba lentamente por las aguas de la bahía cuando pidió al falangista Rosselló que recogiera unas lonas de la cola. Aprovechó para bajar la persiana y encerrarlo en la cabina del observador, mientras los palmesanos observaban cómo el avión se alejaba rumbo a Menorca. En Maó fue recibido como un héroe. La prensa publicó: «Admiramos el valor y sangre fría del piloto Casals. Le felicitamos en nombre del régimen republicano y no dudamos que la Patria sabrá premiarle como merece». Como explica el historiador Juan José Negreira, el falangista Rosselló quedó preso y fue asesinado sin juicio cuatro meses después.
Casals combatió en varios frentes, ascendió a teniente y fue destinado al sector norte. Justo un año después de su fuga, el 30 de julio de 1937, estaba probando en Santander un hidroavión de transporte modelo Sikorsky S-38 pintado de negro y sin distintivos. Según el historiador Guillermo Tabernilla, la mala suerte provocó que cazas republicanos lo confundieran con un enemigo y lo derribaran cerca de Suances. El avión cayó al mar envuelto en llamas. Murieron Casals y cuatro de sus cinco acompañantes. Los cadáveres aparecieron dos días después en una playa cercana.
El investigador Víctor Luis Álvarez entrevistó años después a un asturiano testigo del derribo: «Cómo no me voy a acordar. Vaya bronca que hubo. Era muy feu [el avión]. Iba sin insignies, todu pintau de negro. La patrulla creyó que era un fascista. ¿Qué sabien ellos? Era un bichu tan raru, parecía fascista pintau todu de negro».