Los campus universitarios vuelven a ser los lugares donde se escenifica el no a la violencia de Estado. En esta ocasión, a la ejercida por el Gobierno israelí de Netanyahu contra el pueblo palestino. Son más de 35.000 las víctimas civiles, en su mayoría niños y muchos de ellos liquidados en hospitales o dejados morir por falta de alimentos, desde ese octubre negro en que el acto bárbaro cometido por Hamás contra civiles israelíes ha servido para que el sanguinario presidente de Israel saque su artillería pesada. Hemos llorado, hemos asistido mudos y atónitos a la matanza de los inocentes, algunos hemos salido a la calle a decir que pare este río de sangre cometido contra Palestina. Siete meses son demasiados para mantenernos atentos. Ha brotado la protesta y el no alto y claro desde las aulas. Vietnam regresa a las universidades norteamericanas, cuyo presidente Biden da su sí pero no y continúa cebando al ejército para proseguir con estos actos contra la humanidad. Algo similar a lo que ocurre con esta Europa cómplice que abastece de munición y prosigue sus alianzas mercantiles con el Estado de Israel.
Con temor a ser tachados de antisemitas, el horror se denuncia en silencio pero en la calle calla salvo en los campus de la universidades. La de Balears se ha sumado estos días a las de Valencia, la primera en montar las tiendas de campaña que en un comunicado de este viernes anunció que desmonta el tenderete y concluye la ocupación del edificio de la facultad de Filosofía, porque saca la protesta a la calle. Hoy, la primera. Le han sacado los colores al equipo rector pero en el fuego cruzado lo que importa es que desde las gargantas jóvenes, a menudo tachadas de conformistas y aletargadas por el consumismo, están dando el do de pecho. En Palma, además los profesores del IES de Ramon Llull y Joan Alcover apoyan a los estudiantes de la UIB y su denuncia de la barbarie cometida contra los palestinos. Como antigua alumna del Joan Alcover, me siento orgullosa. Les doy las gracias.
Mientras hoy en Madrid se reúne la plana mayor del fascismo internacional convocados por el líder de Vox, Santiago Abascal, es para temblar ver los colmillos afilados de Milei, Le Penn; el ministro de Asuntos Exteriores de la diáspora de Israel Chikly, el polaco Morawiecki, de Chile el ultraderechista Kast, Ventura de Portugal, aún no se sabe si la presidenta de Italia Meloni y en online Viktor Orbán. Y en las recientes elecciones en Cataluña un parlamentario de Vox estará en las gradas. ¿A qué vienen? ¿Qué traman? El movimiento serpentoso de la extrema derecha nos coloca en un mapa que ya conocemos. ¿Nos olvidamos de estudiar esa lección, se nos atragantó la crueldad vivida en el siglo XX con personajes como Hitler, Mussolini y Stalin? En cada joven que planta una piqueta y levanta un toldo contra el genocidio en Palestina me siento esperanzada. En cada profesor, en los padres, en quien les apoya me siento esperanzada. Ya sé, ya sé.... Pequeñas florecillas en un campo de minas. Pero son tan hermosas…