No se le pueden negar sus esfuerzos por responder a la agresividad, a las bravuconadas y mendacidades de Sánchez con la contundencia, acritud, mordacidad que se merece, pero no puede ocultar la impostura. Feijóo es una persona pacífica, honesta, serena, prudente, voluntariosa, leal… por lo que está en franca desventaja con aquel. No se puede medir con sus mismas armas porque tiene todas las de perder. Lo vimos en el reciente debate de control del Gobierno en el que, pese a sus esfuerzos, Sánchez no respondió a ninguna de sus preguntas y encima se quitó de encima las acusaciones por corrupción achacándole su antigua amistad con un narco. De manera perversa utilizó fraudulentamente las instituciones para fabricar otro falso caso del novio de Ayuso, con intención de perjudicarla, y catalogó de acto criminal la mortalidad en las residencias de Madrid durante la pandemia. Lleva empleándose con saña atacando a su padre, a su madre, a su hermano y a su novio, solo le falta el perro. Cinco veces, cinco, pidió la dimisión de su odiada lideresa incapaz de haberla vencido en las urnas.
Y Feijóo no fue capaz de darle la réplica debida por más que se esforzó. Todo hubiera sido diferente si Cayetana Álvarez de Toledo, la más brillante parlamentaria del hemiciclo, mujer aguda, valiente, inteligente, culta, de sobra capaz de revolcar con clase en su propio fango a tal personaje, hubiera tomado la palabra. Cuando Sánchez tuvo la desvergüenza de decirle a Feijóo, después de recordarle lo del narco, que él había podido llegar a presidir el PP, pero que en el PSOE no hubiera llegado ni a ser conserje, Cayetana le podía haber contestado que, desde el comienzo de la democracia, según datos al alcance de todos pues constan en Google, el PSOE está situado, de largo, como el partido más corrupto, con 142 casos judiciales registrados. Empezando con el caso «Juan Guerra», siguiendo por «Filesa, Matesa y Time-Export», los casos «Flick», «Luis Roldán», «Mercasevilla», «Pokemon», «Pulpo», «Renedo», «Urralburu», «Malaya», «AVE», «Río Manzanares», «Azud», Plaza-Kartódromo», «Marea», «Dos Hermanas», «Facturas falsa de UGT», «Avales», «Gal», «Cursos formación Andalucía», la macrocausa de los ERES, el mayor caso de corrupción política de la democracia con 200 piezas diferentes. Y ahora se añade el caso «Koldo» con un montón de ramificaciones. Le recordaría que ministros, directores generales, presidentes de CCAA y alcaldes del PSOE han sido protagonistas de estas fechorías.
Cayetana, respondiendo al «caiga el que caiga» de Sánchez, le aconsejaría que se aplicara el cuento, recordándole que se inventó dos puestos en la Administración para colocar a dos amigos del colegio; que enchufó a su hermano en una Diputación, además de darle fondos para que organizase una ópera que solo se representó una vez; que colonizó las empresas públicas con amigos incompetentes; que el TC le condenó por dos veces por encerrarnos en casa durante la pandemia, y que falseó las cifras de muertos, se inventó informes internacionales y un comité de expertos que nunca existió para maquillar su nefasta gestión de la pandemia.
Con respecto a la cacería de la familia Ayuso, Cayetana le recordaría que su mujer, Begoña Gómez, usó su condición para que le patrocinara sus actividades profesionales gente que necesitaba subvenciones gubernamentales multimillonarias. Para cerrar su intervención le podría denunciar por estar vendiendo España no por treinta monedas, como Judas, sino por los siete votos que necesita para mantenerse en el poder, a un delincuente sedicioso, prófugo de la Justicia, que asegura que volverá a intentar romper nuestro país.