No puede ser que los ciudadanos tenemos los políticos que nos merecemos. Por muchas carencias que pueda tener Formentera como comunidad, que las tendrá, como el resto, su reflejo no puede ser el de un dirigente público como el presidente del Consell. La sociedad actual muestra sin duda brotes de mezquindad, intolerancia y miseria, pero de ninguna manera alcanza el nivel de ruindad de los partidos políticos que han convertido las Cortes en un cenagal.
¿Qué tiene que ver el aciago 11-M con el ‘caso Koldo-Ábalos'? El Gobierno, en lugar de responder a las explicaciones que se le demandan desde la oposición, tira por la cabeza del PP los muertos del atentado de marzo de hace veinte años. Lo que debería ser una sesión de control al Ejecutivo, una de las funciones esenciales de la cámara legislativa, deviene en batalla campal que alcanza cotas de abyección insoportable, sin que la presidenta Francina Armengol no solo no trate de detenerla, sino que echa leña al fuego cuando la trama de las mascarillas salpica su gestión en el Govern de Balears.
Las relaciones empresariales de la esposa del presidente, Begoña Gómez, con Globalia, receptora de un rescate millonario del Gobierno de Sánchez, se tratan de ocultar con la exigencia de dimisión de la presidenta de Madrid, Díaz Ayuso, por los supuestos y presuntos problemas de su novio con el fisco. Un caso por cierto que quizá tenga que esclarecer la justicia por el uso público de datos confidenciales de un ciudadano privado por parte de la vicepresidenta del Gobierno, María Jesús Montero. Cuanto más barro se vierte en el escenario de los asuntos públicos, más a gusto parecen encontrarse algunos. Balears no está al margen.
Durante la reciente conferencia de presidentes insulares, dirigida por Marga Prohens, nadie parecía sentirse incómodo por la presencia de Llorenç Córdoba, presidente del Consell de Formentera, protagonista de uno de los espectáculos políticos más escabrosos de los últimos tiempos, en liza con la bufonada de los diputados de Vox expulsándose unos a otros. Vaya nivel. Y uno y otros son los socios necesarios del Govern del PP. Esta misma semana se han conocido los detalles de la conversación grabada entre el presidente del Consell de Formentera y su vicepresidente, José Alcaraz, líder del PP en la pitiusa menor. El periódico de Ibiza y Formentera ha pormenorizado el desarrollo de la petición de dinero extra de Córdoba al PP, al Govern o a quien fuera que pudiera aliviar una situación económica personal al parecer adversa, que ha degenerado en una profunda crisis en la institución insular: el presidente no cuenta con el respaldo de quienes le presentaron a las elecciones, Compromís por Formentera y el PP, aliados en Sa Unió. Ni se hablan. La oposición, Gent per Formentera y el PSOE, se frota las manos ante el espectáculo a la espera del desgaste del gobierno insular, evidenciando que su interés partidista está por encima del sentido institucional. De hecho, ambos partidos se han negado a cualquier acuerdo para restablecer la normalidad institucional en el Consell.
El colofón, la infamia de una ley de impunidad para los delincuentes independentistas con la que Sánchez y sus cómplices ensucian la idea de amnistía. La democracia está resultando muy perjudicada.