En esta ciudad no tenemos una Tita Cervera. Ni falta nos hace. Eso sí, la millonaria tiene una casa en venta hace muchos años en El Terreno. ¿O la ha vendido ya? No te arborices Lourdes, que hoy vas de verde.
Esta semana, mientras en el Parlament se montaba la marimorena porque un partido de extrema derecha que sujeta al actual Govern sacaba sus Judas, un centenar de vecinos de sa Calatrava y Canamunt se daba el madrugón para evitar la amputación de cinco bellasombras que viven en la plaza de Llorenç Villalonga. Iban a por todas. Hubo quien pensó en encadenarse. No hizo falta. Alguna recordó a Julia Butterfly Hill y su odisea al convertir en morada una secuoya milenaria que la sierra iba a sajar. Le dieron el Nobel de la Paz. Aquí se nos ha dado una tregua.
La historia dice así: Los gobernantes municipales se amparan en un informe técnico que indica el mal estado de los cinco ombús del paseo. Los vecinos se alertan ante la utillería desplazada para desmembrar los árboles con unas prisas que resultan alarmantes. Nadie les ha informado. Se suceden cadenas de mensajes, movimientos rápidos, certeros, se apoyan los unos y los otros, cinco entidades ciudadanas apoyan la causa y en extremis convocan una concentración el mismo día de la tala, a la hora del bostezo matinal.
Si como nos recuerda Stefano Mancuso, especialista en neurobiología vegetal, los árboles forman parte de una tribu, de ahí su custodia y acompañamiento de los más débiles, de ahí esas raíces que dan aliento a los flacos de la tribu, de ahí su fortaleza, la piña humana en defensa de los ombús sacó lo mejor para darnos bellasombra. A veces escuchamos a las plantas.
En poco menos de un par de horas un juzgado ordenó al Ayuntamiento suspender la tala y le dio tres días para que informe y convoque la Mesa de Árbol, donde entidades y vecinos estarán presentes. Los humanos se hacen mejores cuando aprenden de los árboles. Ya nos conviene cuidar lo verde porque el 87 por ciento de la biomasa está constituida por plantas. De nuevo el sabio Mancuso frente a un dato sin fisuras: «Las plantas son la vida de nuestro planeta».
La plaza de Llorenç Villalonga era de los pocos oasis que quedaban en Palma liberados de la presión turística. En diez años se han levantado tres hoteles de lujo con enfrentamientos de distinto calado entre los vecinos y una más que evidente repercusión con luces y sombras en el barrio. Hoy, aseguran sumarse a la defensa de los bellasombra y parece haber fumata blanca. En un tris tras, todos nos hemos vuelto de una sostenibilidad pasmosa. La marca verde vende. Yo solo sé que en la vecina Cataluña están con restricciones ante la falta de agua. En Barcelona cortan el grifo y prohíben desde hoy el llenado de sus piscinas con agua dulce a los hoteles para evitar morir de sed. Los hoteleros calculan pérdidas de clientes. ¡Ay que les veo en Palma!