Fue Valentí Puig, tan lejos como 1988, quien me dijo que ganar un premio literario importante era como ser Reina por un Día, refiriéndose al programa de Televisión Española que se emitió entre 1964 y 1965. No importaba que el ganador fuera un hombre, si obtenía el premio Planeta, el Nadal, el Sant Jordi, el Josep Pla, o el Ramon Llull de novela era igualmente ‘reina' por un día.
Ahí caben muchas explicaciones, una de ellas reducida a una frase ya muy manida: «Nada es para siempre». Pero habría que explicar que Reina por un Día era una adaptación del programa de Estados Unidos titulado Queen for a Day, de Jack Bailey, y que intentaba hacer realidad los sueños de las mujeres de aquellos años, sueños propios de la revista, ¡Hola!, en que la ganadora era coronada como reina y alcanzaba por un día los deseos a los que aspiraba.
El programa, sin duda, tuvo mucha popularidad y está considerado como el primer reality show de este país. Por eso dijo Valentí Puig que conseguir un gran premio era ser coronado como reina por un día, porque por un día una novela puede pasar del anonimato a la popularidad, sin que se sepa si en realidad es buena, y un autor puede hacerse famoso de la noche a la mañana, sin que la fama le esté asegurada en el futuro.
Sin embargo, cuando menos lo esperas las cosas buenas llegan, según un adagio popular que Gabriel García Márquez se encargó de mejorar cuando dijo: «No te esfuerces tanto, las mejores cosas suceden cuando menos te las esperas». Pero en el colegio a mí me enseñaron que a Dios rogando y con el mazo dando.
Puedo dar fe de que el hecho de obtener un gran premio es ser reina por un día. No te ponen la corona, pero con un poco de suerte hasta te sacan en el ¡Hola! Es como salir en todas las redes sociales al mismo tiempo, que tu voz suene en todas las emisoras y tu cara aparezca en todas las televisiones. De repente, eres importante. Te preguntan qué vas a hacer con el dinero y dices que vas a dar tres vueltas al mundo, aunque no dé para tanto. Por decir que no quede. Pero, ¿y el libro? El libro, ¿quién se acuerda del libro ni qué niño muerto?