Boris Vian, escritor e ingeniero industrial francés, dijo «Lo que a mí me interesa no es la felicidad de todos los hombres, sino la de cada uno de ellos».
Todas las grandes palabras, como la felicidad, la paz, la justicia, la solidaridad, etc., si no encuentran una realización concreta en cada una de las personas con quienes nos relacionamos, de poco sirven o, peor aún, pueden ser palabras vacías que incluso desacreditan la utopía que expresan.
¿De qué le sirve a uno oír grandes proclamas sobre la justicia, si él en concreto se siente injustamente tratado? ¿Qué significa solidaridad para una persona que nunca se ha sentido apoyada? ¿Qué quiere decir felicidad para uno que jamás la ha experimentado?
Más que hablar de solidaridad, comportémonos solidariamente con el que está a nuestro lado. Más que soñar con la felicidad mundial, hagamos feliz al que tenemos delante. Más que hacer grandes proclamas sobre la paz, construyámosla en el ambiente concreto donde vivimos, siendo más justos y veraces con el prójimo.