Marga Prohens será proclamada presidenta del Govern la semana que viene pero durante este último mes se ha visto ya envuelta en varias polémicas pese a que las intervenciones públicas de la ganadora de las elecciones se pueden contar con los dedos de una mano. Este hecho ya es positivo. No hace falta exponerse todos los días porque se produce un desgaste innecesario, pero su silencio no ha evitado que la critiquen (los de siempre, por otro lado) sin esperar ni siquiera a los 100 días de cortesía habituales. Por cierto, los que critican que Prohens apenas haga declaraciones han callado cuando aún es la hora de que Armengol dé su opinión por la detención del exalcalde socialista de Sant Josep por un escándalo urbanístico o por el ‘caso Puertos'. No ha dicho nada o quizás nadie le haya preguntado, que también es muy probable. La doble vara de medir es escandalosa, como siempre.
A Prohens se la critica por haber propiciado el nombramiento de Gabriel Le Senne como presidente del Parlament, a quien se le cuestiona una serie de tuits y artículos sobre asuntos como LGTB o feminismo. Comparado con aquel presidente de la Cámara militante de Podemos que decía «puta España», los comentarios de Le Senne evidentemente son bastante inofensivos y, al mismo tiempo, no tienen ninguna trascendencia en la vida pública porque el presidente de la Cámara no tiene apenas peso político.
Pero ojo. Prohens no puede caer en las trampas de Vox ni tampoco creer que las opiniones de los siempre ruidosos diputados de PSOE y Més son dogma de fe. No debe olvidar nunca que por sus políticas en estos ocho años han sido enviados a la oposición. Ahí la importancia de buscar el equilibrio y adoptar soluciones con sentido común, tanto en materia de lengua, como en relación a IB3 o en ayudas a colectivos feministas o LGTBI. Empieza a ser urgente eliminar el requisito del catalán para los médicos que quieren trabajar en Balears, pero atención con las decisiones que se adopten en los colegios. Cualquier paso en falso que dé Prohens con el colectivo de docentes ya sabe cómo acabará.
Está claro que los votos de Vox son ahora mismo importantes para la investidura, pero si a alguien le perjudicaría una repetición electoral sería precisamente a la formación que lidera Santiago Abascal. Por no decir el descalabro que sufriría el PSOE balear con unas nuevas elecciones. El riesgo de Prohens es no saber encontrar ese equilibrio necesario para gobernar, pero ahí tiene el ejemplo de Díaz Ayuso, que fue valiente y no consintió todos los caprichos de Vox, que a este camino es bastante probable que imite a Podemos la próxima legislatura y se convierta en una formación irrelevante. Hace méritos de sobras para conseguirlo.