No tengo dudas de que los políticos transmitimos una imagen que dista mucho de la que debería ser. El motivo principal, sin duda, es la sensación de bronca continua y de conflictividad que les llega a través de los medios de comunicación. Se puede entender que con este ambiente hostil la ciudadanía llegue a pensar que la política no sirve para nada. Sin embargo, la política es útil si respetamos el sentido de la misma. ¿Cuál es el sentido de la política democrática? Estar al servicio de la gente, transformar las realidades injustas, fomentar el progreso y el bienestar social, escuchar de manera activa a la sociedad civil para recoger sus propuestas y tomar así decisiones conjuntas.
La política sirve y por eso muchos nos dedicamos a ella sin ningún otro interés ni vocación que no sean los de trabajar por el bien común, proteger los derechos adquiridos y fomentar la aparición de nuevos derechos adaptados a las nuevas realidades sociales.
Desde el Partido Socialista hemos demostrado y demostramos estar al lado de la mayoría social. Nos interesan las personas, sus aspiraciones, sus retos y sus problemas. No interesan la Educación y la Sanidad públicas como servicios esenciales que hay que cuidar y mejorar, la sostenibilidad territorial y ambiental, el transporte público, la lucha por unas condiciones laborales dignas, el mantenimiento de la paz social (sin ella no hay estabilidad, y sin estabilidad no hay progreso), el desarrollo de medidas económicas para proteger a la ciudadanía de los efectos de las guerras, de las emergencias sanitarias y de las escaladas internacionales de precios…
La corrupción, el conflicto continuo, las informaciones sesgadas y las palabras huecas, agotan a la ciudadanía. Nuestros pueblos, nuestras ciudades, nuestras islas, nuestra comunidad autónoma, necesitan a la gente para seguir avanzando, para no retroceder, para seguir fomentado la igualdad entre hombres y mujeres, para que nosotros, nuestros mayores, nuestros niños y jóvenes, y los que vienen de otras tierras a formar parte de nuestra comunidad, tengamos un presente y futuro ilusionante.
Está claro que los políticos cometemos errores, pero de ellos se aprende. Desde luego, el error para la amplia mayoría de nosotros no pasará por mentir ni manipular. A menudo digo que ojalá hubiera más personas implicadas en política, más voces, más opiniones, más deseos de construir algo bueno para el bien común. Afortunadamente, en pocas semanas, la ciudadanía tiene una cita con las urnas para pronunciarse, derecho adquirido de nuevo después de que nos lo arrebatasen durante casi medio siglo en este país.