Siendo, como soy, un gran mitómano, estos días tenía la ilusión de que cualquier mañana me podría topar tal vez con Nicole Kidman comprando un cocarroi en la panadería de al lado de casa o con Morgan Freeman aprovechando una oferta de tres por dos en el supermercado de mi barriada, pero al final no ha habido suerte. El rodaje en Palma de la serie que ambos protagonizan, Lioness, parecía una buena oportunidad para poder ver de cerca a estas dos grandes estrellas de Hollywood en algún descanso de la filmación, pero luego pensé que mis expectativas eran tal vez algo excesivas en este caso. O quizás no, porque desde hace unos años es más fácil ver rodar en Palma a los más rutilantes astros de la Meca del Cine, del Reino Unido o de Bollywood, que verlos en Los Ángeles, en Bombay o en Cinecittà.
Aun así, he de reconocer que el único rodaje que he visto en directo hasta ahora lo presencié hace ya casi cuarenta años, en la avenida Jaime III. Se trataba de una secuencia de la película Un, dos, tres... ensaïmades i res més. Como habrán intuido ya por el título, no era exactamente una producción de Hollywood, pero no me importó demasiado que no lo fuera. En aquella época yo soñaba con ser director de cine, así que me fascinó por completo poder ver cómo era un rodaje en realidad. Es cierto que no llegué a ser director, pero todavía hoy sigo manteniendo intacta aquella vieja pasión por el cine. Lo digo por si los productores de Lioness leyeran quizás ahora este artículo y necesitasen a lo mejor un chófer o un extra.