Los últimos datos sobre violencia machista son muy alarmantes ya que elevan la cifra de mujeres asesinadas a 49 en 2022, y son especialmente graves si consideramos que 21 de ellas habían denunciado a su agresor antes de que las asesinaran. Viendo estos datos, la pregunta no debe ser ¿sirve de algo denunciar?, sino ¿qué deben hacer las instituciones para proteger a las mujeres que se atreven a denunciar? Dar ese paso, presentar la denuncia, requiere de gran valor por parte de la víctima, y es el único camino que permite abordar una política preventiva si se cuenta con los medios necesarios para ello. Que una mujer que sufre violencia de género se vea obligada a convivir con su agresor incluso después de haberle denunciado es propiciar una situación de riesgo extremo. Las instituciones a nivel estatal, autonómico y municipal, deberían estar obligadas a proporcionar a esas mujeres una solución habitacional inmediata y velar, sin fisuras, por mantener en secreto su nuevo domicilio. De haber obrado así, quizá muchas de esas 21 mujeres que presentaron la denuncia seguirían hoy vivas.
Pero procurarles una solución habitacional segura no es la única medida preventiva que se puede, y se debe, tomar. Al contemplar los datos sobre reincidencia delictiva de la población reclusa aparece otra conclusión muy alarmante: mientras la media de reincidencia apenas llega al 20 %, la que se produce en casos de violencia de género casi alcanza el 41 %. Y dentro de este 41 %, el 95 % son hombres y el 65 % de edad comprendida entre 31 y 50 años. Que 4 de cada 10 maltratadores reincidan implica que algo no estamos haciendo bien en la reinserción de este tipo de presos, y, al mismo tiempo, nos plantea la cuestión de si se debería avisar a sus nuevas parejas de los antecedentes que tienen por estos delitos. Asunto peliagudo ya que atenta contra la protección de datos, pero la pregunta que surge aquí es ¿Qué es más importante proteger, los datos del maltratador o la vida de esas mujeres? Quienes defienden que la protección de datos debe primar para no condenar de por vida injustamente a justos por pecadores, quizá deberían preguntarse ¿No es la confianza la base de toda relación?, y si lo es ¿qué confianza demuestra quien deliberadamente oculta la verdad a su pareja? Sin duda no es cuestión fácil, pero 49 mujeres asesinadas en un año y ese terrorífico 41 % de reincidencia de este tipo de delitos debe hacernos pensar, y mucho.